Autor: Teresa Rodriguez Martín.
A la hora de educar en competencias debemos comenzar, como docentes a programar por competencias.
Para realizar esta labor, generalmente se sigue un camino demasiado empinado y lleno de obstáculos; comenzamos analizando y relacionando exhaustivamente los diferentes elementos curriculares: objetivos, criterios y estándares de evaluación con las competencias clave que nos dicta la norma y después decidimos que “prueba” vamos a endosarles a nuestros alumnos con el fin de verificar si han conseguido los indicadores de evaluación que con tanto esfuerzo hemos logrado elaborar y ordenar.
¿Qué suele pasar llegado a este punto? Que nuestro agotado y embotado cerebro ya no es capaz de dar más de sí y utilizamos los ejercicios y pruebas de evaluación que a tal efecto aparecen en nuestros “salvavidas” o guías didácticas del área correspondiente; o en el caso de que nos quede algún ratito libre elaboramos nosotros mismos alguna prueba similar por aquello de que los alumnos no la hayan hecho ya en casa.
Existe otro camino que también requiere un importante esfuerzo por nuestra parte pero bastante más adecuado a lo que debería ser la programación por competencias
En primer lugar, debemos tomar como base los criterios de evaluación curriculares para elegir o diseñar una situación real y relevante en la que el alumno tenga que aplicar los conocimientos, destrezas y actitudes adecuados para solventar eficazmente la situación diseñada.
Es muy importante que tengamos presente que ya no educamos para la vida y para la realidad, estamos educando en la vida y en la realidad y del diseño de las situaciones dependerá en gran medida el éxito de nuestra labor.
No podemos olvidar tampoco que para que los alumnos lleguen a ser competentes no basta con que adquieran muchos contenidos, sino que es necesario que los integren, procesen y utilicen para solventar satisfactoriamente una situación. Es por ello que hay que olvidar la realización casi exclusiva de ejercicios tanto dentro como fuera del aula. Esto no quiere decir que no haya que hacer ejercicios al modo tradicional, sino que hay que dar un paso más y proponer actividades que requieran de los alumnos aplicar un proceso mental para solucionarlas, es decir, deben comprender lo que se les pide y tomar decisiones.
Y ya como guinda del pastel debemos conseguir que los alumnos sean capaces de realizar tareas previamente diseñadas por nosotros en las que ha d quedar claro para qué se hace la tarea, cuál es el producto final que se va a elaborar vinculado a la vida real y qué relevancia social tendrá en el día a día del alumno.
Cuando los alumnos resuelvan tareas van a emplear los conocimientos previos adquiridos, destrezas y diversos mecanismos para su resolución y además tendrán una actitud positiva hacia la tarea (Saber – Saber hacer – Saber ser)
Una posible secuencia a la hora de realizar una programación por competencias es la siguiente:
1º- Conocidos los contenidos que queremos trabajar en el área x, vamos uno por uno relacionándolos con el bloque correspondiente dentro de esa misma área.
2º- Después seleccionamos los estándares de aprendizaje evaluables con los que vamos a evaluar los contenidos propuestos. No debemos sobrecargar este apartado, es mejor poco y bien que mucho y mal.
3º- Buscamos y tomamos nota de los criterios de evaluación a los que se refieren los estándares seleccionados y junto a ellos colocamos las competencias que fundamentalmente contribuyen a alcanzar.
4º- Finalmente decidimos qué instrumentos vamos a utilizar para observar o evaluar estos estándares (tareas, pruebas orales, ejercicios en un cuaderno, dramatización…)
5º- Debemos también especificar cómo vamos a valorar o calificar ese producto final y uno de los modos más sencillos son las rúbricas, aunque también podemos asignar a cada estándar de evaluación un valor ponderado.
Realizada la programación de las unidades formativas que hayamos considerado es importante hacer una serie de revisiones:
- Que el número de estándares de aprendizajes básicos no sea excesivo en cada unidad y que estén repartidos equitativamente siempre teniendo en cuenta que al finalizar el curso se hayan aparecido todos los estándares establecidos para ese nivel.
- Que los instrumentos de evaluación sean lo más variado posible.