Autora: Maria Eugenia Gonzalez.
Buenas y bienvenidxs un curso más al espacio de recetas saludables.
Pasado ya septiembre y con la dieta «post verano» asentada toca pensar en opciones saludables para nuestra alimentación. Y un año más, de nuevo, vengo a presentaros las setas.
Típicas de estas fechas en los sitios donde pueden recolectarse, y mucho más disponibles ahora en supermercados, las setas suponen una opción exquisita y poco calórica para nuestras comidas y cenas.
Libres de gluten, y de lactosa, y con la única premisa de poner atención a su comestibilidad sobre todo si las cogemos silvestres, las setas son un gran aliado para guarniciones, platos y guisos.
Empecemos comentando los beneficios que las setas reportan para nuestra salud.
Más allá de su valor gastronómico, las setas son un alimento saludable que debería ser incluido en nuestra dieta. Son ricas en fósforo, yodo, magnesio, calcio, potasio, hierro y vitaminas. Son un alimento rico en agua, sin grasa, proteico y con mucha fibra lo que les da un valor saludable y dietético.
Las setas, además, aumentan la producción de citoquinas, células que ayudan a combatir las infecciones. También contienen polisacáridos y vitaminas .como la vitamina C-, compuestos fundamentales para un buen funcionamiento del sistema inmune y las defensas naturales del organismo.
Las setas son alimentos alcalinos que ayudan a regular el nivel de acidez en el organismo y que contienen buenas cantidades de selenio, que actúa como desintoxicante natural. Además, su bajo índice glucémico hace de ellas un alimento recomendable para personas que sufran de diabetes, y su ausencia de colesterol, las convierte también en aliado para aquellxs que deban cuidar este aspecto.
Y para concretar un poco hoy, os traigo una receta de una de las setas más preciadas a lo largo de la historia, la amanita caesarea.
Conocida también como “huevo de rey”, oronja, amanita de los césares o yema de huevo, es una seta que se desarrolla entre el verano y el otoño, en zonas cálidas y normalmente entre encinas, robles, castaños o alcornoques.
Es importante distinguirla de la «falsa oronja» (amanita muscaria) también de la misma familia, de sombrero rojizo o escarlata, la cual es tóxica y posee propiedades psicoactivas. La característica inconfundible entre ambas es que tanto el pie como las láminas de la caesarea son de color crema intenso mientras que en la muscaria siempre son blancos.
Si tenemos la suerte de encontrar setas de esta especie, os presento un par de recetas con las que sacaréis buen partido de ellas.
La primera y más sencilla, el carpaccio de amanita cesárea.
Para ello precisaremos de ingredientes sencillos:
- Ejemplares jóvenes de amanita cesárea
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal en escamas
- Y Opcionalmente, pimienta negra.
Para prepararlo es sólo necesario cortar en láminas finas la amanita y disponerlas sobre un plato llano.
Aliñar con aceite y sal, y disfrutar del sabor más puro de la seta en crudo.
Como segunda opción y para aquellos que os guste más comerla caliente, os propongo un salteado de amanitas con huevo poché.
Para ello emplearemos
- Amanitas caesareas
- Aceite de oliva Virgen Extra
- 1 huevo
- Ajo
- Sal
Saltearemos las amanitas cortadas en juliana con aceite de oliva y ajo y echaremos sal al gusto.
Sobre la misma sartén echaremos el huevo y dejaremos que cuaje ligeramente sin que llegue a hacerse demasiado. Para ello podemos tapar la sartén para que el calor lo haga lentamente y dejarlo a fuego medio durante unos 2 ó 3 minutos.
Espero que disfrutéis del otoño y de estas recetas. ¡Hasta la próxima!