Autora: Cristina Azahara Garcia Peña.
En nuestra vida académica pasamos por muchas pruebas escritas de todas las asignaturas que estudiamos a lo largo del período escolar. Y, como todos sabemos, es fundamental saber expresarse con corrección y adecuación al contexto para hacernos comprender lo mejor posible.
Por ello, deberíamos tener en cuenta ciertos criterios que son usados por los evaluadores para mejorar así nuestra capacidad comunicativa y hacer más eficaz cualquier tipo de explicación, lo cual ayuda sin duda a obtener una calificación más alta. Si eres estudiante sigue leyendo porque esto te interesa.
La competencia discursiva, coherencia y cohesión tienen un papel destacado en cualquier tipo de redacción, pero aquí nos vamos a centrar sobre todo en los criterios de tipo lingüístico que hacen referencia a la gramática, el léxico y la ortografía. Empezando por esto último, ni que decir tiene que las faltas de ortografía no pueden aparecer en un texto bien redactado, pero además resulta esencial que sepamos secuenciar nuestro texto en párrafos así como proporcionar las pausas que sean preceptivas para la correcta comunicación.
En lo referente a la gramática, a pesar de que las oraciones simples son más directas, al tratarse de un discurso más amplio, es necesario el uso de diferentes tipos de oraciones tanto simples como compuestas y de construcciones adecuadas al contexto con una finalidad comunicativa apropiada.
La obtención de una buena calificación en un examen, sea de la materia que sea, pasa inevitablemente por proporcionar un léxico ajustado al tema en cuestión, aunque variado sin repeticiones excesivas de palabras, ni haciendo uso de términos comodín, es decir, demasiado imprecisos y genéricos. La precisión es imprescindible para poder ser evaluado positivamente de nuestros conocimientos.
Para obtener la calificación más alta posible adecuada a nuestros conocimientos, sin que el lenguaje reste ni impida esto, tenemos que respetar como hemos mencionado los criterios de corrección. Veamos algunas claves que pueden ser muy útiles:
– La organización de la información aportada es una de las principales claves para demostrar los conocimientos, así pues el orden en el que exponemos los datos debe ser adecuado y por partes.
– Ajustar al máximo la respuesta según cuál sea la pregunta formulada, es decir, dar los datos que se pide (quizás con algún ejemplo), pero no excederse ofreciendo datos no solicitados ni necesarios.
– Si el tema es muy extenso, formular por escrito la respuesta siguiendo la pauta de contestar preguntas como en el periodismo, a saber: qué/quién, cómo, cuándo/cuánto, dónde y por qué. Obviamente no será necesario contestar a todas siempre, ya que nos centraremos en contestar lo que nos piden, pero sí nos puede servir como guía para escribir.
– Dependiendo del tema y la materia tratados, hay que intentar tener claro el objetivo del texto, a quién va dirigido y la adecuación al registro del lenguaje. Un examen suele ser lo suficientemente formal para no escribir coloquialismos o expresiones típicas de la oralidad, pero igualmente es verdad que no se debe abusar de los formalismos como si fuera una sentencia judicial.
Siguiendo estos consejos es difícil que se nos “escapen” puntos por la redacción, así que solo faltaría estudiar mucho para tener los contenidos claros…