Autora: Carlos Marcos Sanchez.
Cuando nos disponemos a realizar cualquier tipo actividad física o deporte nos exponemos a una serie de riesgos que posiblemente sentados en una silla no existiesen… o sí. Pero también es cierto, como han demostrado múltiples estudios, que la actividad física ayuda a prevenir numerosas lesiones, enfermedades y dolencias que un sujeto sedentario tiene mayor predisposición a padecer. Sin embargo, cada día aumenta la preocupación por intentar reducir el riesgo de problemas serios como muertes súbitas, infartos o insuficiencias respiratorias.
En España existe cierta tendencia, que han apoyado diferentes instituciones, a la implantación de Desfibriladores Externos Semiautomáticos (DESA) en sitios públicos y de uso común. Se trata de máquinas que son muy fáciles de utilizar tras unas horas de aprendizaje y que suponen la diferencia entre la vida y la muerte en la mayoría de los casos. Varias empresas se dedican a la formación de colectivos (colegios, gimnasios, instalaciones deportivas, clubes…) en el manejo de este dispositivo, además de realizar una clase práctica sobre primeros auxilios y reanimación cardiopulmonar (RCP). Obviamente, es un gran avance para la salud y, pese a llegar seguramente un poco tarde su implantación y pudiendo haber salvado varias vidas en casos anteriores, como dice el refrán, más vale tarde que nunca.
Pero no quiero centrarme únicamente en este dispositivo que, como he comentado anteriormente, supone un gran acierto y espero que termine siendo obligatorio en todas las instalaciones asociadas al deporte. Me gustaría que reflexionásemos un poco más sobre la salud dentro de la Educación Física. Hay varios colegios de nuestra comunidad que ofertan actividades de Salvamento y Socorrismo Acuático dentro del horario lectivo en las que se trabajan diferentes tipos de arrastres, se utiliza material, se aprende a realizar una RCP… en definitiva, a desenvolverse en el medio acuático, mejorar su destreza y quién sabe si a que el próximo verano se evite algún que otro disgusto en cualquier instalación acuática o playa. También existen “Escuelas para padres” promovidas por instituciones educativas y asociaciones de madres y padres de alumnos que realizan talleres sobre primeros auxilios y prevención de riesgos en el medio acuático entre otros. La sociedad actual española, en la mayoría de los casos, no tiene unos conocimientos mínimos sobre qué realizar en un caso de emergencia, siempre se recurre al “malo será que me pase a mí o a alguien que tenga al lado”. Lo cierto es que el 112 tiene una gran efectividad en estos casos y es un pilar básico del proceso, pero hay ocasiones en la que es cuestión de segundos o minutos el desenlace de la vida de la otra persona y debemos saber actuar.
Y en un colegio, ¿todos los profesores están preparados para saber responder a una parada cardiorrespiratoria?