¿HACIE DÓNDE VAMOS EN EDUCACIÓN?

04 ENERO 2019 1

Autora: Maria Jose Daniel Huerta.

Como profesora, si tuviera que dar una respuesta de forma inmediata a esta pregunta, diría que vamos hacia un precipicio, sin saber si seremos capaces de frenar antes de caer al vacío, o, por el contrario, nos resignaremos a ofrecer una educación con propuestas de personas o colectivos “no expertos” que no están de acuerdo con algunas cosas del sistema educativo, mejor dicho, del proceso de enseñanza-aprendizaje, me refiero a la regulación de los deberes. Ya en el 2016 el Consejo Escolar de Castilla y León estableció una propuesta para que fuese el tutor quien coordinase los deberes de los alumnos, hecho que fue muy criticado debido a la falta de viabilidad. De nuevo, en 2018, aprovechando el periodo vacacional navideño, vuelven a cargar las tintas sobre el mismo tema, pero esta vez en la Comunidad Valenciana, donde ha entrado en vigor la Ley de Infancia y Adolescencia.

Según la página de Telenoticias de Telemadrid, esta normativa considera a los niños “ciudadanos de pleno derecho e impulsa a su participación en la vida pública y la promoción de sus derechos”. Se dispone que la opinión de los niños ha de ser tenida en cuenta para afrontar temas que les conciernen y prioriza el derecho a acceder al “ocio educativo”, considerando que el exceso de las tareas escolares que se mandan para realizar en casa reduce el tiempo de juego de los pequeños, “así como el derecho al buen trato” (Telemadrid).

Vayamos por partes, en primer lugar, me gustaría recordar un apunte que ya publiqué en su día en el diario El Norte de Castilla, ¿qué sentido tienen los deberes? De nuevo, me reitero y manifiesto que, además de favorecer la asimilación de los contenidos trabajados en el colegio, los deberes sirven para adquirir un hábito de trabajo, y mediante la realización de los mismos se impulsa la constancia, el esfuerzo y la autonomía, valores o principios esenciales para extrapolar a la vida adulta; en segundo lugar, en cuanto a lo que refiere la normativa de la Comunidad Valenciana, si a los niños se le otorga potestad para decidir sobre asuntos que le afectan, también podrán determinar qué quieren hacer en cada momento o a qué hora quiere regresar a casa; en tercer lugar, me gustaría conocer qué entienden Las Cortes Valencianas por “ocio educativo”, ¿Tiempo que pasan muchos niños por la tarde viendo la tele o jugando con dispositivos digitales en casa? ¿Se refiere a la participación de los niños en más actividades “formativas” complementarias, -que están muy bien, pero que en la mayoría de los casos son elegidas por sus progenitores-? ¿O es el tiempo que pasan algunos niños (los menos) en los parques o realizando actividades físico-recreativas al aire libre? Considero que el concepto de “ocio educativo” no es igual para todos, personalmente, pienso que, además de educativo, debería ser saludable, y en la mayoría de los casos no lo es; en cuarto lugar, cuando se habla de “exceso de deberes”, ¿Alguien ha cronometrado el tiempo que realmente dedican los alumnos, de forma exclusiva, a las tareas escolares? ¿O bien se contabiliza el tiempo desde cuando se ponen a realizar los deberes y mientras tanto escuchan música, leen el correo, los wasaps, preguntan a sus amigos qué hacen, o esperan a sus padres para que se sienten a su lado y continúen haciendo juntos los deberes?; y lo del “derecho al buen trato” ¿no es un principio fundamental, independiente de la edad, el sexo, la raza… o es exclusivo para los niños?; por último, se afirma que realizar deberes disminuye el tiempo de juego, otra vez me cuestiono ¿cuánto tiempo tiene que jugar un niño y dónde? ¿Acaso el colegio está reñido con el juego? Quien piense que en la escuela no se juega, tiene un escaso conocimiento del sistema educativo. Sobre todo, en las etapas iniciales, en infantil y primaria, es una de las herramientas prioritarias de aprendizaje para adquirir conocimientos y trasportarlos a la vida cotidiana (juego simbólico).

Según la normativa aprobada por la Comunidad Valenciana, se reconoce a los niños el derecho de acceder al ocio educativo y establece que el trabajo escolar se realice en horario lectivo. Creo que el concepto de ocio educativo se refiere al tiempo de juego, y si eso es así, ya está regulado, pues en el artículo 31 de la Convención sobre los derechos del niño se recoge que “Los Estados Partes reconocen el derecho del niño y la niña al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”; en cuanto a la segunda parte, desde la escuela se nos exige que preparemos a los niños para la vida adulta, por lo que no se puede advertir que únicamente tienen que trabajar en el colegio, puesto que a nivel curricular se exige cada vez más y los bloques de contenidos son más amplios y variados.

En conclusión, “cada maestrillo a su librillo”. Hay que dejar hacer a los profesionales en materia educativa, cuestionar menos su trabajo y trabajar de forma coordinada escuela- familia para potenciar una educación en valores, en la que el esfuerzo, el compromiso social y la resiliencia sean los pilares de base.

7 Mayo 2021 1
Sapere audae (atrévete a pensar)

LA EDUCACIÓN SEMIPRESENCIAL A DEBATE

LA EDUCACIÓN SEMIPRESENCIAL A DEBATE.

Autora: Maria Jose Daniel Huerta.

 

El curso pasado tuvo que clausurarse trabajando a distancia en la mayor parte de nuestro país. La realidad es que la COVID-19 ha generado una evidente revolución en todos los ámbitos sociales. Particularmente en el educativo, en especial al sector docente, le ha obligado a modificar su modo de trabajar para hacer compatible la enseñanza con las medidas sanitarias requeridas.

Cierto es que, tras el periodo estival, las comunidades autónomas afrontaron el inicio del curso actual (2020/2021) debatiendo, sobre todo para la etapa de secundaria, cuál sería la forma de enseñanza más acertada ante el panorama abundante de incertidumbres que se presentaba. Se barajaron distintas opciones, entre ellas la enseñanza semipresencial, alternativa que generaba muchas dudas, dado que las referencias que se tenían de cómo había funcionado la enseñanza online efectuada durante el confinamiento no eran altamente fiables, pues hay que reconocer que los resultados académicos reales fueron enmascarados. Por un lado, las dificultades de algunos alumnos y profesores con el manejo de las tecnologías y los fallos de las líneas de comunicación provocaron que el profesorado no fuese rigurosamente estricto en la evaluación; por otro lado, la “excesiva” ayuda con la que contaron muchos alumnos, brindada por sus familiares, en la realización de las tareas educativas, hicieron que desconozcamos los verdaderos niveles académicos conseguidos. 

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1 abril 2021 1
Sapere audae (atrévete a pensar)

EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LA ESCUELA

EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LA ESCUELA.

Autora: Maria Jose Daniel Huerta.

 

Con anterioridad a la pandemia ya se hablaba de la importancia de la educación emocional en los niños, incluso, en algún momento, se barajó la posibilidad de introducirla en el currículo escolar para enriquecer las competencias socioemocionales con la intención de beneficiar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Actualmente, la indeseada presencia de la COVID-19 ha causado gran impacto a nivel psicológico en todos los sectores de la población. Según el informe Promoción del bienestar socioemocional de los niños y los jóvenes durante la crisis (2020) de la Unesco, la falta de socialización, la pérdida de allegados, la clausura de los colegios prolongada más allá de tres meses, las difíciles situaciones por las que han pasado algunas familias tras perderse muchos puestos de trabajo, la imposibilidad de salir a la calle todo lo que se quiere, etc., ha generado respuestas emocionales negativas como: estrés, ansiedad, incertidumbre, temor…, en niños y en personas adultas. Esta sucesión de acontecimientos ha llevado a que, a nivel internacional, se apueste por trabajar las habilidades socioemocionales en toda la comunidad educativa sin exclusión, concerniendo tanto a profesores como alumnos y familias.

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1 Febrero 2021 2
Sapere audae (atrévete a pensar)

¿DÓNDE ESTA LA BRECHA DIGITAL?

¿DÓNDE ESTA LA BRECHA DIGITAL?.

Autora: Maria Jose Daniel Huerta.

 

El confinamiento ordenado por el Gobierno el mes de marzo del año pasado provocó que los alumnos y el profesorado realizaran gran parte del curso 2019/2020 a distancia, usando las tecnologías. Mucho se ha hablado desde entonces de la brecha digital. Es un asunto de gran importancia, las Tecnologías de la Información y de la Comunicación son fundamentales para la sociedad actual, acercan la información a los lugares más remotos, favorecen la comunicación ciudadana y ofrecen infinitas posibilidades de acción a nivel laboral.     

Es evidente que el proceso de digitalización no se está ejecutando de forma igualitaria por todo el mundo, los recursos, las prioridades y los intereses marcan las variadas políticas seguidas por cada país. Según el Instituto Nacional de Estadística, algo más del 90% de los hogares de España goza de acceso a Internet. Por tanto, y sin despreciar ese casi 10% de familias que no disfrutan de este acceso, creo que la brecha digital que afecta a los españoles incide fundamentalmente en el grado de conocimiento que cada uno posee para utilizarlas apropiadamente y sacarles el mayor fruto posible.      

 

Como profesora que trabaja en la enseñanza obligatoria y en la universitaria, he comprobado durante la pandemia que existen dificultades para manejar provechosamente las herramientas digitales que poseemos.

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