Autora: Carlos Marcos Sanchez.
Son muchas las veces que hemos visto en televisión a deportistas que en pleno ejercicio físico se echan la mano a un músculo, cojean ostensiblemente y se paran de repente, lo que tantas veces hemos escuchado como “se ha roto”. Pues bien, hoy vamos a hablar de la distensión muscular o más coloquialmente llamada “tirón muscular”.
Podemos definir el desgarro muscular como la distensión o rotura de un músculo o un tendón por estirar o contraer demasiado el tejido muscular.
Son frecuentes, sobre todo en los músculos que cruzan las articulaciones como los de la cadera o los de la rodilla y los músculos con predominio de fibras tipo II (que son fibras de contracción rápida y que desarrollan una fuerza de 3 a 5 veces mayor que las fibras de contracción lenta. Son de color blanco, y de mayor tamaño que las fibras tipo I. Como emplean la glucosa de la sangre y el glucógeno de los músculos, se reclutan sobre todo para movimientos explosivos).
Este tipo de lesión es más común en deportes anaeróbicos y en aquellos que requieran de movimientos de corta duración, pero de muy alta intensidad.
Según la gravedad de la lesión podemos encontrar diferentes categorías:
- vElongación muscular o distensión muscular: se refiere al estiramiento de las fibras musculares sin rotura y, por lo tanto, sin hematoma.
- vEl desgarro tipo1-2: La rotura fibrilar supone la rotura de varias fibras o fascículos musculares con hemorragia local más o menos importante.
- vEl desgarro de tipo 3-4: La rotura muscular representa una lesión total o parcial del musculo.
- vRotura completa del musculo.
Cuando decimos que la lesión puede venir por un uso inadecuado de un músculo o una sobrecarga muscular, vemos que hay varios factores asociados que provocan o aumentan las posibilidades de la lesión.
En primer lugar, la fatiga muscular es un claro factor de riesgo, las fibras del músculo tras el ejercicio necesitan un tiempo de descanso para su recuperación, por lo que no es apropiado someterlas a varios días de desgaste sin que nadie entendido en la materia nos realice un seguimiento y una valoración de nuestra capacidad para ello. En muchos casos se necesitan incluso días de descanso para poder volver a estar en plenas facultades.
También debemos conocer que, en ambientes fríos, el riesgo aumenta y por eso vemos que es indispensable la realización de un calentamiento previo que prepare los músculos para la actividad que vamos a realizar. A bajas temperaturas, el riego sanguíneo es menor y la forma de aumentarlo es realizando ejercicios de coordinación durante 10-15 minutos (esto variará según el deporte, el nivel de exigencia…) antes de la actividad que vamos a realizar, incidiendo en las zonas musculares que mayor carga van a tener que soportar.
Es muy importante realizar sesiones de prevención de lesiones en los entrenamientos, ya que cuando se arrastran molestias de algún tipo pueden llevar a agravar la situación, no tanto de la lesión previa en sí, si no por el desequilibrio muscular que esta provoca. Es decir, si tengo un esguince de tobillo que no está curado al 100%, esto hará que voluntariamente intente cargar menos peso y hacer movimientos menos explosivos con esa zona, lo que conlleva que toda esa carga que no equilibramos en ambos lados la sobrecarguemos en el lado sano, llevando a toda esa musculatura a un sobreesfuerzo impropio de esa misma actividad en una situación de compensación y equilibrio normal.
Trabajar la flexibilidad diariamente reducirá de manera importante el riesgo de lesiones de este tipo y es una práctica que muy pocos realizan por la desinformación y la falta de importancia que se le otorga a la misma.
¿Y como puedo saber a qué tipo de lesión me enfrento?
Pues bien, si se trata de un desgarro muscular leve (grado I) notará la zona muy sensible y el músculo en tensión, es recomendable no continuar con la práctica deportiva, aunque podría seguir realizándola puesto que el dolor será leve.
Cuando el desgarro es mayor (grados II y III) el dolor también lo es. Se aprecia una inflamación en la zona donde se ha producido la lesión y no es posible seguir con la actividad que estaba realizando.
Cuando se alcanza el grado III, el dolor aumenta mucho al igual que la inflamación e incluso si el desgarro es grande podría apreciar una protuberancia que antes no estaba.
El tiempo de recuperación aumenta de manera proporcional al grado de la lesión e irá desde una semana en el mejor de los casos, hasta llegar incluso a los tres meses si el desgarro es muy grave. Además, si no se cura de la forma adecuada es fácil que tenga una recaída.
¿Qué puedo hacer para reducir el riesgo de esta lesión?
Existen una serie de pautas que deberíamos seguir para intentar reducir el riesgo de este tipo de lesiones y en el supuesto de que nos ocurran, tomar medidas de prevención que no agraven más la zona dañada.
Debemos tener una alimentación sana y equilibrada, ser conscientes de que cuando vamos a realizar un esfuerzo prolongado, nuestro cuerpo pierde muchas sustancias que le debemos proporcionar para que se mantenga hidratado, tales como agua y bebidas isotónicas que le aporten el potasio, magnesio y sodio que necesita.
Saber nuestro estado de forma, no es lo mismo que entrene 3-4 veces a la semana a que salga a hacer un deporte un día después de varias semanas de inactividad.
Si nos sucede la rotura, lo mejor es el cese de la actividad de forma inminente y guardar reposo entre 2-3 días aplicando hielo directamente en la zona afectada. Además, vendar la zona y situarla en alto favorecerá la pérdida de inflamación y la cicatrización y si visita a un médico le recomendará tomar antiinflamatorios durante un tiempo para que este proceso se acelere.
Pese a seguir estas recomendaciones, lo que debe de hacer para completar la recuperación es visitar un fisioterapeuta que incida en el tratamiento de esta zona y le asesore correctamente tras una valoración de la lesión.