Autora: Cristina Azahara Garcia Peña.
Aunque cada vez estamos más acostumbrados a lo audiovisual y en lugar de leer mensajes vemos vídeos o imágenes sobre lo que nos interesa o buscamos, la escritura sigue formando parte de nuestro mundo desde una edad muy temprana.
Aprendemos a leer y a escribir prácticamente a la vez, por tanto la escritura se integra en nuestra vida desde pequeños, siendo importante que sepamos desarrollarla con corrección y en ello se esfuerzan desde nuestro sistema educativo. Pero la importancia de la escritura no se queda en el hecho comunicativo únicamente. Resulta un buen mecanismo para poder memorizar cualquier tipo de mensaje o palabras que necesitemos retener en nuestra mente.
En nuestro sistema educativo la escritura tiene un valor fundamental, no solo a la hora de tomar apuntes sino también en los exámenes. Está demostrado que realizando nuestros propios manuscritos conseguimos que en nuestra mente se fije más intensamente. Cuando escribimos en un teclado, nuestro cerebro se centra en las letras y no en el contexto, de lo que resulta una transcripción palabra por palabra. Sin embargo, cuando tomamos notas durante una reunión o curso, obligamos a nuestro cerebro a resumir las ideas principales. Este esfuerzo analítico, combinado con la visualización de las palabras en papel, mejora la memorización en gran medida.
Viene a ser como si la experiencia en sí de plasmar manualmente por escrito las ideas o términos hiciera que la propia experiencia se quedara grabada en nuestro pensamiento con mayor intensidad. Igualmente es beneficioso para la concentración, ya que se trata de una actividad muy consciente, a la vez que mejora nuestra capacidad de expresión tanto oral como escrita.
La experiencia en sí nos da la capacidad de retener los datos de un modo más duradero, por ello tomar apuntes es un buen mecanismo para recordar lo que más adelante debemos estudiar o retener. Del mismo modo la escritura tradicional es un buen mecanismo para aprender nuevas lenguas, memorizando su vocabulario y ortografía.
Además el proceso de pensar en las letras que plasmamos estimula una parte del cerebro llamada “Sistema de activación reticular”, dando más importancia a aquello en lo que estamos activamente concentrados. Sin contar con que la imaginación se ve potenciada y que la lentitud que obligatoriamente exige la escritura manual, permite que los pensamientos sean más claros, estén mejor pensados.
De hecho, en ocasiones la escritura se usa como mecanismo de ayuda para prevenir el envejecimiento del cerebro y mejorar el Alzheimer, puesto que se trata de una excelente gimnasia que involucra nuestras capacidades visuales, motoras y mentales. Por no hablar de problemas como la dislexia, ya que es evidente que centrarnos en esto beneficia la diferenciación de letras y vocablos.
En definitiva, son tantos los beneficios, que a pesar de no ser el único método de retener o plasmar la comunicación escrita, no debemos nunca dejarlo de lado para seguir teniendo la capacidad de memorizar y no depender así tanto de las nuevas tecnologías o de la imagen en cualquiera de sus soportes. A escribir se ha dicho…