Autora: Cristina Azahara Garcia Peña.
Los hablantes de español, en ciertas ocasiones y sobre todo en la interacción oral, recurrimos a una serie de fórmulas oracionales para expresar nuestros pensamientos. Es lo que se conoce como frases hechas o sentencias (aunque estas últimas se usan más con un contenido moral).
Una frase hecha es aquella que tiene un significado convencional y no analítico y se reproduce siempre de la misma manera, sin alterar el orden de las palabras ni cambiar ninguna de ellas. Así pues, todos los hablantes las usamos teniendo en cuenta el contexto en que son adecuadas y forman parte de nuestro modo de hablar común y cotidiano. Aunque obviamente hay algunas más antiguas que otras, su origen casi siempre se remonta a una situación pasada muy diferente a veces de lo que hoy en día significa.
Resulta curioso entonces descubrir de dónde surgen algunas de las más famosas que empleamos en nuestro idioma. Igualmente dependiendo de su procedencia el grado de formalidad varía y en algunos casos resultan bastante vulgares.
Veremos a continuación la explicación del origen de algunas de ellas y que tienen que ver con elementos de nuestra cultura o situaciones muy concretas. Resultan en algunos casos muy curiosas, en otras graciosas y las hay que tienen un trasfondo histórico de hace siglos:
Dormir la mona: Expresión empleada cuando una persona cae en un sueño profundo provocado por la ingesta excesiva de alcohol. Se refiere a la costumbre, extendida en el siglo XVI, de dar vino a los monos para ver el efecto que les causaba.
Montar un pollo. Cuando alguien desata un escándalo o una discusión utilizamos esta expresión, cuyo origen es la palabra ‘poyo‘, banco de piedra pegado a la pared desde el cual oradores realizaban discursos en abarrotadas plazas que podían terminar en sonoras discusiones.
De animales hay bastantes, pero en este caso hay dos con el gato que son muy frecuentes:
Aquí hay gato encerrado. Se dice cuando pensamos que hay una causa o razón oculta. La frase proviene de la costumbre en el Siglo de Oro de guardar dinero en bolsas hechas con piel de gato.
Dar gato por liebre. Significa engañar a alguien dándole un artículo o servicio de mala calidad. El origen de esta frase está en la mala fama de la comida que servían las antiguas posadas, a las que en muchas ocasiones se les acusaba de servir gato en lugar del conejo o cordero que anunciaban.
Estar a dos velas. Carecer de dinero o recursos. Son varias las explicaciones sobre el origen de esta frase, pero la más extendida hace referencia a partidas de cartas ilegales en las que la caja contaba el dinero a la luz de dos velas. De este modo, si el jugador lograba dejar sin dinero a la banca, esta se quedaba literalmente ‘a dos velas’.
A buenas horas mangas verdes. Se utiliza cuando algo o alguien llegan a destiempo. En el siglo XV, la llamada Santa Hermandad se encargaba de detener a los delincuentes, pero en la mayoría de las ocasiones cuando llegaba ya era demasiado tarde. Los trajes de estos cuadrilleros tenían las mangas verdes.
Ponerse las botas. Antiguamente solo los ricos podían calzarse unas botas, mientras que los pobres iban descalzos. De ahí se extendió la frase ‘ponerse las botas’ cuando alguien se excede en algo.
Y así podríamos seguir porque hay una gran cantidad de este tipo de expresiones. No deja de ser sorprendente cómo con el paso del tiempo una frase queda fijada en la expresión colectiva, olvidando su situación de procedencia y adecuándose a un contexto determinado, que por convención es el que todos usamos.