Autora: Inés Olivera Crego.
Poco a poco los días se van haciendo más cortos y las noches más oscuras. Cada día apetece más resguardarse en el interior del hogar y entretenerse con pasatiempos más caseros… es un momento de recogimiento, de balance, de espera, como las semillas hasta la primavera. Hoy os quiero hablar de una de mis semillas favoritas, seguro que con el título, algunos ya sabéis de qué hablo.
Antes de que los europeos cruzáramos el charco y nos trajéramos una de las bases de nuestra gastronomía, la patata, los romanos empleaban una semilla rica en glúcidos, que era almacenada bajo tierra. Sin embargo, crece en los árboles, quienes las defienden con pinchos hasta que están listas para ser consumidas, así es, hoy os vengo a hablar de las castañas y su día especial, el Magosto, Magusto… Magnus Ustus, el gran fuego.
Esta festividad de origen celta se celebra a finales de octubre o principios de noviembre en varias provincias de nuestra región y comunidades próximas, desde Asturias y Galicia hasta Extremadura y parte de Portugal. Los ingredientes principales son un gran fuego en la plaza del pueblo y kilos de este pequeño gran manjar.
Sin embargo, la castaña que estamos más acostumbrados a ver en nuestros parques y jardines, es la del castaño de indias: Aesculus hippocastanum. Un árbol al que le hemos puesto dos mentiras por nombre. Este árbol no es exactamente un castaño, puesto que pertenece a la familia sapindáceas que incluye al lichi, el guaraná, rambután y a los arces entre otras, nuestro castaño lo encontramos en la familia de las fagáceas, junto a dos de mis géneros favoritos: Fagus, las hayas y Quercus: encinas y robles. En cuanto a su apellido “de las Indias” tampoco es cierto, puesto que este género estaba en Europa antes de la última glaciación, si bien, se fue desplazando hacia el sur de Grecia, los Balcanes y el sur del Himalaya. En cuanto a su nombre científico, el que aparece en cursiva, Aesculus, el género, según Linneo tenía cierto parecido a un roble, mientras que hippocastanum, traducido como la castaña de los caballos, hace referencia al uso tradicional de emplear los frutos como alimento para caballos.
Además de los nutrientes que pudieran obtener de ellas, lo cierto es que la semilla tiene algunas propiedades interesantes y aplicaciones médicas.
Las semillas contienen saponinas, taninos y escina, veamos un poquito qué es cada cosa.
Los taninos son sustancias amargas, muchas de las cuales son venenosas… aunque otras deliciosas, dan el sabor amargo al té y al café. En este caso, no son comestibles, incluso para los caballos a los que producen temblores y falta de coordinación, sobre todo, cuando las castañas son jóvenes.
Las saponinas son glucósidos anfipáticos, es decir, son parecidos a los hidratos de carbono, pero con la capacidad de ser solubles en agua y disolventes orgánicos como grasas o lípidos. En esta propiedad se basa todo su pode como … ¡jabón! Se ha empleado tradicionalmente para lavar ropa y como remedio para bajar el colesterol, al solubilizar las grasas, sin embargo, hay que tener mucho cuidado con la dosis, puesto que puede romper las membranas celulares, que también están hechas de lípidos y tiene un efecto acumulativo en riñones e hígados, nuestros órganos depuradores.
La última molécula, es la que más se está empleando en la actualidad. La escina reduce la permeabilidad capilar, es decir, que el plasma sanguíneo abandone el capilar y contribuye a que las venas sean un poco más fuertes, es decir, favorece el retorno sanguíneo. Estas dos propiedades se aplican perfectamente a los tratamientos de falta de retorno venoso, o síndrome de piernas cansadas. Además como es una aplicación tópica, tiene menos riesgos que ingerida.
Esta vez no os voy a dar una receta venotónica, sino que os voy a presentar una nueva terapia: las flores de Bach.
Probablemente hayáis oído hablar de ellas, pero no sepáis que son. No se trata de una composición musical sino de un remedio homeopático basada en la memoria del agua (échale un ojo al artículo de la noche de los muertos del año pasado). En este caso, Edward Bach, introducía flores frescas en el agua más pura y fresca que conseguía en la cercanía y postulaba, que la energía de estas flores se transfería al agua y se conservaba gracias al alcohol. Desde el punto de vista médico, este tratamiento no tiene mucha mayor efectividad que un placebo, es decir, no tiene eficacia fisiológica comprobada. Sin embargo, tampoco la medicina tiene respuesta ni tratamiento a todas las enfermedades o síndromes que padecemos. Nuestra mente es poderosa y nuestro cuerpo más, podemos llegar a padecer embarazos psicológicos en los que se presentan todos los síntomas de esa situación aunque sin el hecho causante, por eso, en mi opinión, a veces es lo único que necesitamos, creer que no estamos curando o saber, al menos, que estamos haciendo algo por nosotros mismos para curarnos. Y en este sentido, las flores de Bach no tienen ninguna contraindicación, pero pueden ayudarnos a auto-convencernos de que ese problema que te mantiene en vela no es tan grave.
¿Alguna vez has pasado una noche dándole vueltas a una situación, a una conversación o a un problema? ¿Alguna vez te asaltan pensamientos negativos una y otra vez? Para conseguir una mejor y mayor concentración en los pensamientos positivos, en la solución a los problemas en vez de los problemas en sí, Edward Bach proponía su preparado “White Chestnut” hecho a partir de la flor abierta del castaño de indias. Cuando las flores todavía están cerradas en sus yemas florales o en inglés bud (Chestnut Bud) su uso está relacionado también con el pensamiento, en este caso el aprendizaje a través de la observación y los errores, por tanto un complemento ideal para cualquier estudiante y para quien tenga la sensación de caer siempre en la misma piedra.
Siempre puedes acudir a farmacias, herbolarios o tiendas de productos naturales y solicitar los preparados del Dr. Bach, pero la receta no es nada complicada.
Preparado de flores de Bach:
- De buena mañana, buscar nuestra planta de interés (como el castaño de indias no está en flor, os dejo una sugerencia de una planta que sí lo está y su utilidad más abajo)
- Buscar agua potable en el entorno cercano, de no encontrarla, puedes utilizar agua mineral.
- En un recipiente de cristal fino, verter un poco de esa agua.
- Seleccionar los ejemplares que más nos llamen la atención.
- Introducir los ejemplares seleccionados en el agua.
- Dejar el recipiente de cristal con las flores en un lugar soleado próximo al lugar de recolección.
- Esperar a que las flores muestren algún síntoma de marchitarse: pérdida de turgencia cambio de color…
- Retirar las flores y filtrar el agua en una botella de cristal oscuro de al menos el doble de capacidad que el agua a introducir.
- Añadir la misma cantidad de brandy u otra bebida alcohólica de alta gradación y buena calidad.
- Conservar en oscuridad.
Para utilizarla, en un gotero de 25 o 30ml de cristal oscuro añadir 1/8 de la misma bebida empleada para hacer la preparación 7/8 de agua mineral o de la empleada en la preparación y de 2 a 4 gotas del preparado.
Mi experiencia con las flores se reduce a mi entorno cercano y los mejores resultados que he conseguido ha sido con animales heridos o nerviosos, para reducir el estrés de verse manipulados antes de ir al veterinario. No soy médico ni esto pretende ser una consulta, mi intención es traerte otras perspectivas y presentarte terapias alternativas para que las conozcas, sus pros y contras, y puedas hacer uso de ellas una vez hayas consultado con un facultativo. Si os animáis a probar esta receta, ahora podéis encontrar violetas a la sombra de los robles, El preparado de violetas, no es uno de los doce remedios de Bach, sino del investigador Pedro López Clemente, que trabaja con Esencias Florales del Mediterráneo, según su equipo, la esencia de violeta ayuda a mejorar la capacidad de relacionarse con el medio, a superar la timidez y facilitar la comunicación.
Esto es todo por esta vez, seguid siendo seres felices, naturalmente.
Fotos: Pixabay.