Autora: Inés Olivera Crego.
Febrero fue el febrero más cálido desde que se tiene registro y siendo así, no es raro que os hayáis perdido el espectáculo de los almendros en flor, que trajeron la nieve a la reina Itimad o Rumaikiyya en la sierra cordobesa. Afortunadamente, llega el momento de otra rosácea: el cerezo, cuya floración “Sakura” es motivo de la festividad de la primavera en Japón “Hanami”. No es necesario irse tan lejos, en España, el Valle del Jerte es conocido por sus “nevadas primaverales” pero no es el único. En el norte de Burgos, también se recogen cerezas, en el valle de Caderechas, es todo un espectáculo acercarse por allí en estas fechas. Además, podéis aprovechar el camino y ver por la zona el domo salino de Poza de la Sal, el pueblo de Félix Rodríguez de la Fuente. Una ventaja extra es que la floración en Burgos es un poco más tardía, por lo que da tiempo a ir después de que salgan en la tele los cerezos del Jerte 😉
Sí, hoy toca hablar de las propiedades de cerezos y cerezas… que pertenecen a la familia de las rosáceas, encontramos otros árboles como el almendro, el melocotonero o el endrino y otras plantas comestibles como las fresas, sí esta es una de las familias que más frutas nos regala.
Cerezo Prunus avium y su variedad más ácida, el guindo Prunus cerasus
Para los japoneses, observar la floración del cerezo supone reconocer el paso de la vida y admirar la belleza del nacimiento. Los romanos también se deleitaban con este árbol al que asociaban con la diosa de la belleza, Venus y quizá porque también es la diosa del amor o porque las cerezas suelen estar en parejas, es una fruta que se asocia con el matrimonio.
Como muchas plantas, las flores de los cerezos salen antes que las hojas, esto es para facilitar la polinización, consiguiendo así que haya frutos que podamos comer.
Las cerezas:
Con ellas se pueden elaborar mermeladas y conservas, pero también vino, el acachul mexicano y vinagre en China. Son unas frutas muy ricas en vitaminas (A, B, C, E, K) y minerales como el hierro, calcio, magnesio, potasio y azufre.
El color rojo-violáceo de las cerezas se debe a las antocianinas, estas moléculas se publicitan con el nombre de “anti-oxidantes” que como su nombre indica, impiden la oxidación. La oxidación es un proceso químico natural que ocurre de forma casi espontánea en presencia de oxígeno. El único problema es que esta oxidación produce “radicales libres”, moléculas excitadas con capacidad de inducir cambios en otras moléculas. Por un lado, esos cambios pueden estar relacionados con el envejecimiento, y por otro con el cáncer. ¿Cómo? Los cambios moleculares se pueden producir en unas proteínas, las enzimas. Estas proteínas se encargan de transformar sustancias o permitir que “se vea” el producto de algún gen olvidado, o de saltarse las señales que inducirían la muerte de una célula cancerígena.
Además, contienen mucha fibra, es decir glúcidos complejos que no se digieren bien y que por un lado tienden a captar agua, por lo que aumentan la sensación de saciedad y por otro lado, al no ser digeridas, las fibras se eliminan rápidamente. Por todo ello, son muy recomendadas en caso de sufrir estreñimiento, al igual que sus primas las ciruelas, también del género Prunus. Evidentemente, no es recomendable comer cerezas cuando se tienen problemas digestivos o diarreas, ya que podrían empeorar los síntomas.
Las flores:
Tienen propiedades emenagogas, es decir, facilitan la menstruación y disminuyen los síntomas premenstruales. Además funciona como cicatrizante y emoliente, es decir, ayuda a que se cierren las heridas y a prevenir las espinillas.
Contienen de propiedades diuréticas, por lo que pueden emplearse para tratar la nefritis o cistitis. Aquí conviene aclarar que tanto nefritis como cistitis son inflamaciones de distintas partes del aparato urinario, normalmente provocadas por bacterias u hongos. Estos microbios causantes de la infección van a ser más fácilmente eliminados si vamos al baño más a menudo, pero las flores en sí, no tienen propiedades antibacterianas o anti-fúngicas.
Sin embargo, si vais al herbolario y preguntáis por un buen diurético, es más probable que os sugieran tomar rabos de cereza.
Los rabitos de cereza
En realidad son los pedúnculos florales que unen la flor a la axila foliar y más tarde el fruto. Como mencionaba antes, tienen propiedades diuréticas, un poco más fuertes que las flores, y se utilizan en tratamientos para la pérdida de peso producida por la retención de líquidos. También se han recomendado en caso de gota y algunos tipos de artritis, los relacionados con el ácido úrico y su no eliminación. De nuevo, ese efecto positivo debería atribuirse a la mayor eliminación de residuos en orina.
Los huesos de cereza
La única aplicación que he encontrado es la de los saquitos de calor que venden en mercadillos. Si te gustan las cerezas no tardarás mucho en hacerte uno 😉 Con dos recomendaciones: una, para eliminar restos de la fruta y “blanquear los huesos” sumérgelos en lejía y dos, elige bien el tejido de la bolsa, la mayoría no son aptos para utilizar en el microondas, así que puedes calentar los huesos en un bol y luego introducirlos con cuidado en una bolsa que puedas cerrar con cremallera, más o menos acolchada, para que el calor no sea tan directo. Aplica la bolsa en caso de dolores o contracturas musculares.
Las hojas
Podrían ser comestibles, dependiendo del tratamiento que se haga al árbol. Desde hace unos años, se investiga las propiedades antioxidantes del extracto de las hojas. Algunos también atribuyen propiedades analgésicas (calmantes del dolor), de reducción del colesterol y azúcar en sangre. Hasta que esto no sea confirmado científicamente, mejor aplicar el principio de precaución y no consumirlas.
Y antes de acabar por hoy, os dejo con unas recomendaciones de cuándo no consumir cerezas y flores. Aunque algunos no nos cansaríamos de consumirlas… hay que hacerlo con ciertas precauciones.
Por sus propiedades diuréticas, no debe emplearse en personas con insuficiencia renal, ya que estarían forzando a sus riñones a trabajar más cuando ya están “cansados” o no pueden realizar su función normal. En caso de baja presión arterial o hipotensión, tampoco son recomendables, ya que para aumentar la orina (diuresis) se disminuye la reabsorción del plasma sanguíneo en las nefronas, por lo que disminuye la cantidad de plasma y por tanto la de sangre y a menos sangre, menos presión, por lo que bajaría aún más presión sanguínea.
Espero que tengáis tiempo de disfrutar del espectáculo que nos regalan estos árboles en primavera… y hasta que nos volvamos a leer, naturalmente, sed felices!
Fotos: Pixabay.