Constelaciones del Cisne y la Lyra de la obra Firmamentum Sobiescianum(1690), de Johannes Hevelius |
Autor: Raúl Aguilar Gil.
Si lo buscamos en el diccionario de la RAE encontraremos que una constelación es un “conjunto de estrellas que, mediante trazos imaginarios, forman un dibujo que evoca una figura determinada”. Cierto es, no vamos a rebatir lo que la Academia Española de la Lengua dice, pero sí vamos a matizarlo ligeramente, sobre todo si hablamos desde un punto de vista astronómico, para ellos vamos a remontarnos unos cuantos siglos atrás.
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha contemplado el cielo, hoy en día tenemos instrumentos muy potentes que nos permiten ver más allá de lo que nunca hubiéramos pensado, pero antes, las distintas civilizaciones antiguas – griegos, chinos, incas, hindúes… – no podían más que imaginar figuras uniendo las estrellas más brillantes del cielo.
Normalmente estas figuras se asociaban a dioses y seres mitológicos, así las constelaciones que nosotros conocemos tienen nombres tales como “Hércules”, “Casiopea” o “Sagitario”. Nombres en este caso heredados de la antigua mitología griega.
Pero llegados a este punto se nos plantean dos problemas. Primero, una estrella que no forma parte de ninguna de estas figuras imaginarias, bien por estar “mal colocada” o tener poco brillo ¿no forma parte de ninguna constelación? Y segundo, cada civilización pudo imaginas figuras diferentes y darles distintos nombres, entonces ¿cuáles hemos de utilizar?
Ante estos problemas la Unión Astronómica Internacional decidió, en 1928, dividir toda la bóveda celeste, es decir el cielo que rodea la Tierra, en 88 parcelas haciendo coincidir cada una de estas figuras imaginarias dentro de dichas zonas.
Para ello consideró las 48 constelaciones imaginadas por los antiguos griegos (recogidas por Ptolomeo en el siglo II a.C.) – hay que tener en cuenta que éstos no navegaron por el hemisferio sur, por lo que no pudieron catalogar las estrellas desde allí visibles – y lo completaron hasta tener las 88 que hoy en día están internacionalmente reconocidas. Este es el motivo por el cual algunas de las constelaciones del hemisferio sur tienen nombres más modernos, tales como “Máquina neumática”, “El telescopio” o “El reloj”.
Constelaciones Zodiacales
Ahora que sabemos que, desde un punto de vista astronómico, una constelación es una región del cielo no es difícil imaginar que el Sol en un momento dado estará ocupando una de dichas regiones.
Posición de las constelaciones zodiacales en relación al Sol y la Tierra |
Además a lo largo del año las constelaciones que va ocupando el Sol van cambiando, ahora veremos el motivo. Pues bien, estas constelaciones por las que va pasando el Sol son las llamadas constelaciones zodiacales.
Imaginemos que estamos en octubre, si miramos hacia el Sol (¡no lo hagáis nunca sin utilizar filtros especiales!) estaríamos mirando hacia la constelación de Libra, podemos fijarnos en la imagen anterior para hacernos una idea de la posición relativa de la Tierra y el Sol respecto a las constelaciones zodiacales. Por lo tanto al estar el Sol en la constelación de Libra alguien que naciese en esas fechas tendría este signo zodiacal, pero esto se lo dejamos al campo de la astrología.
¿Pero qué pasa a medida que transcurren los días a lo largo del año?, pues que el debido al movimiento de traslación de la Tierra en torno al Sol éste va cambiando su posición en el cielo, así después de Libra si situará sobre Escorpio, luego sobre Sagitario, Capricornio y así hasta pasar por encima de las doce regiones de las llamadas constelaciones zodiacales.
Para acabar una curiosidad. En realizad el Sol no pasa por doce constelaciones, si no trece. Si somos rigurosos desde un punto de vista científico entre el 30 de noviembre y el 17 diciembre el Sol se sitúa sobre la constelación de Ofiuco, por lo que ésta debe ser una constelación zodiacal más. Seguro que conoces a alguien nacido en estas fechas a quien contarle la anécdota.
AUTOR: Raúl Aguilar Gil.