AUTOR: Raúl Aguilar Gil.
Continuamente estamos escuchando en los medios de comunicación hacer referencia a la “luna azul”, “luna de sangre”, “superluna”,… pero, ¿sabemos qué significan estos términos?, ¿tienen algún tipo de efecto sobre nuestras cotidianas vidas?, ¿astronómicamente tienen importancia o simplemente se les ponen nombres atractivos para llegar a más público?.
En este artículo haremos un rápido repaso sobre qué es la Luna, cómo se formó, sus movimientos más importantes, y qué quieren decir algunos de estos términos citados anteriormente.
La luna es nuestro único satélite natural, igual que la Tierra se desplaza alrededor del Sol, la Luna lo hace en torno a nosotros con un periodo de 28 días, tiempo que transcurre entre una luna llena y la siguiente.
El nombre de “luna” se utiliza en general para hacer referencia a un satélite de algún planeta, así diremos que Júpiter tiene 69 lunas conocidas, siendo Io, Europa, Ganímedes y Calisto las más importantes; son los satélites galileanos.
Formación de la Luna
Nuestro satélite es el cuarto más grande del Sistema Solar, pero el mayor de todos, con diferencia, si tenemos en cuenta el tamaño del planeta al que orbitan. Esto hace pensar que su origen fue un tanto particular.
La teoría más extendida defiende que la Luna se formó a raíz de un gran impacto que la Tierra sufrió cuando aún estaba en las primeras etapas de su formación. Tea, un protoplaneta del tamaño de Marte, invadió la órbita de la Tierra y acabó colisionando a una velocidad de 40.000 Km/h con nuestro joven planeta, hace 4.533 millones de años. Este violentísimo impacto arrancó una porción considerable del manto de la Tierra que salió despedida, junto con la mayor parte de Tea al espacio para, con el transcurso del tiempo, acabar formando la Luna.
Simulaciones de ordenador y análisis de las composiciones isotópicas de materiales de la Tierra y la Luna (casi idénticas) corroboran esta teoría.
Momento del impacto de Tea con la Tierra para dar lugar a la Luna.
Movimientos de la Luna
Hemos dicho que la Luna tarda 28 días en dar una vuelta alrededor de la Tierra. En realidad esto no es del todo exacto, tarda 27 días, 7 horas y 43 minutos si consideramos el fondo estelar, es decir hasta que vuelve a ocupar la misma posición relativa respecto a las estrellas de fondo (revolución sideral); o 29 días, 12 horas y 44 minutos si consideramos las revolución respecto al Sol (revolución sinódica). La diferencia entre ambos es que en ese periodo de tiempo la Tierra se ha desplazo alrededor del Sol.
La Luna tiene un periodo de rotación idéntico al tiempo que tarda en dar una vuelta en torno a la Tierra, fenómeno habitual en todos los satélites respecto a sus planetas, lo que hace que siempre veamos la misma cara y nunca podamos ver directamente la “cara oculta” de la luna.
Fases lunares
La posición relativa de la Luna respecto al Sol determina la fase en la que ésta se encontrará. Así pues si nosotros nos encontramos entre el Sol y la Luna varemos como nuestra estrella la ilumina completamente, habrá Luna llena. Además, cuando la alineación es perfecta, se producirá un eclipse de luna, la Tierra debe situarse entre el Sol y la Luna para que se pueda proyectar la sobre de nuestro planeta en ella. Así pues siempre los eclipses de Luna se producirán cuando haya luna llena.
Análogamente la luna nueva tendrá lugar cuando ésta se sitúe entre el sol y la Tierra, puesto que la cara iluminada será que mire hacia nuestra estrella, mientas que hacia nosotros se orientará la cara a la que no llegan los rayos del Sol. Cuando se da esta configuración la Luna puede proyectar su sombra sobre nuestro planeta, produciéndose entonces un eclipse de Sol.
Cuando la Luna se sitúe “lateralmente” respecto al Sol tendremos los cuartos, menguante y creciente.
Los efectos combinados de la gravedad del Sol y la Luna, que se suman cuando hay luna llena o luna nueva producen las mareas vivas al atraer las grandes masas de agua.
Lunas “especiales”
El pasado 31 de enero de 2018 se produjeron simultáneamente tres fenómenos lunares, no especialmente extraños, aunque sí en la misma fecha, de hecho hacía 150 años que no coincidían.
– Luna azul. Denominamos así a la segunda luna llena de un mismo mes. El nombre proviene de la expresión del inglés antiguo belewe, “traidor”, puesto que una segunda luna llena en un mes implicaba extender el periodo de ayuno de cuaresma, que quedó abreviada como blwe, a su vez traducida como “azul”.
– Superluna. La órbita de la luna, como sucede con todas las órbitas, no es circular, si no elíptica, por lo que habrá un punto en el que estará más cerca de la Tierra (perihelio) y otro en el que esté más alejada (afelio). Diremos que hay una superluna cuando tiene lugar la luna llena en el perihelio. La diferencia de tamaño aparente entre una superluna y una luna llena en el afelio es de aproximadamente un 14%.
– Luna de sangre. Cuando se produce un eclipse lunar parte de los rayos del Sol que iluminan la Luna lo hacen atravesando la atmósfera terrestre, donde se filtran las componentes verde y azul de la luz, pero no la roja, por ello parecerá que la Luna adquiere un cierto tono rojizo, de sangre.
Raúl Aguilar Gil