Autora: Rebeca Carazo Martín.
Este artículo trata de reflejar el compromiso social por el que a través del voluntariado se está trabajando actualmente en nuestra sociedad. Todas aquellas personas que empiezan a ser voluntarias independientemente de los diferentes factores que en ellas concurran como pueden ser edad, raza, sexo, ideología política o religiosa, y que van a aportar sus experiencias y valores, para luchar por conseguir mejorar nuestros entornos más cercanos, donde las desigualdades se ven en tiempo real, sin que nos demos cuenta de la situación en la que se encuentran estas personas desfavorecidas. A través de este proceso transformador, se va conformando el mundo del voluntariado.
Es por tanto, que debemos conocer de la mano de la Ley 45/2015, de 14 de octubre de Voluntariado, los principios legales básicos que regulan y facilitan el campo jurídico en que nos debemos mover. Dichos principios que deben conformar la acción voluntaria son: solidaridad, voluntariedad y libertad, gratuidad y vinculación a la entidad del voluntariado y a un programa de ejecución de dicho voluntariado.
En relación con lo aquí mencionado, debemos preguntarnos el porqué de estos principios. He de decir desde mi experiencia como voluntaria a lo largo de estos años, con diferentes colectivos y asociaciones, como ha podido ser colaborar en un proyecto de integración social a través de actividades de refuerzo educativo con colectivos de minorías étnicas o participar en la enseñanza de programas de iniciación a la informática para todos los colectivos en el seno de la Fundación Juan Soñador, etc. Por esto, todos y cada uno de dichos principios son los mandamientos o el decálogo básico para cualquier persona que comulgue con otras, en su convicción de ayudar al prójimo desde el más próximo al más lejano. La humanidad/solidaridad qué anidan en lo más profundo del corazón y los mejores valores del ser humano son las guías válidas para regir la actuación correcta del voluntario.
Es necesario dar a conocer los diferentes ámbitos donde las personas pueden colaborar y formar parte de esta comunidad tan extensa, estos son los siguientes: voluntariado social, internacional de cooperación para el desarrollo, ambiental, cultural, deportivo, educativo, socio-sanitario, ocio y tiempo libre, comunitario y protección civil. Dentro de cada uno de los programas aquí descritos los voluntarios tendrán la condición de participar libremente en las acciones o actividades que la asociación les ofrezca. Al igual que se ejercen unos derechos sobre el voluntario, al que se le debe dar la formación necesaria por parte de la entidad de voluntariado donde se forja el principal deber de este, el cual es cumplir los compromisos adquiridos con la asociación.
El voluntario no busca reconocimiento, solo ansía compartir las situaciones de aquellos que presentan necesidades y hacer de éstas las suyas propias, y pone especial énfasis en tratar de solucionarlas. Actualmente, el desequilibrio entre pobres y ricos va aumentando. Según Oxfam: “el crecimiento económico tan solo está beneficiando a los que más tienen” los ricos son más ricos y los pobres son más pobres en cantidad y en niveles de pobreza. Ante esto, no podemos mirar hacia otro lado; nuestras manos son las herramientas más directas y nuestras acciones van dirigidas a luchar e intentar, que aquello que se ve normalizado, dentro de una egoísta sociedad de bienestar sea el motivo, para que cada uno de nosotros ahonde en su interior y colabore organizadamente proyectando, con sus acciones una nueva visión del mundo, que nosotros estamos deconstruyendo.
Para finalizar, he de decir que nuestro compromiso al integrarnos en programas de voluntariado, supone un paso adelante en la firme convicción de alcanzar un fin, solamente con acciones de este tipo y no con muestras e inútiles conversaciones de café, podemos contribuir a forjar un futuro mejor, y del que no tengamos que sentirnos avergonzados de pertenecer, dadas las actuales circunstancias de injusticia e insolidaridad, que van in crescendo ante la impasibilidad de una sociedad sorda, ciega y muda a todo lo que les rodea; hace que sus abocados individualismos y egoístas intereses forjen nuestra mayor reivindicación hacia el mundo del voluntariado.