Autora: Azucena Esteban Alonso.
Con los recuerdos del verano ya no tan frescos en nuestra memoria, vamos adentrándonos poco a poco en un nuevo curso escolar. Nuevos alumnos, nuevos retos, nuevas situaciones por vivir… Algunas de estas vivencias, serán semejantes a las vividas en años anteriores. “Todos los años igual, Juan (o el nombre que cada uno tenga a bien en su mente) ya empieza a descuidar sus cuadernos y quedarse atrás”, “Otra vez ha venido la familia de María a quejarse de…” Sin embargo, otras de las experiencias a las que debemos hacer frente comienzan a cambiar, al tiempo (que no al ritmo) que lo hace la sociedad. No resulta una novedad afirmar que, las transformaciones sociales están salpicando la escuela de situaciones de lo más variopintas; de temáticas a trabajar en los centros que antes quedaban relegadas al ámbito familiar; de problemáticas que se generan en tiempos ajenos a la escuela pero que, sin embargo, sacuden como un tsunami la buena convivencia del centro (ocasionadas por grupos de WhatsApp, redes sociales a las que los alumnos ni siquiera cuentan con edad, supuestamente, para participar… modernizando las disputas que solían surgir en las tardes de parque).
Ante estas y otras muchas circunstancias que aterrizan, la mayoría de las ocasiones, sin previo aviso resulta, cuanto menos, complicado reaccionar y, sobre todo, hacerlo, no sólo adecuadamente, sino conforme a la regulación normativa actual.
Cuando iniciamos nuestra carrera profesional, los docentes contamos con un estudio previo de la legislación educativa, así como de las modificaciones más significativas que se han ido realizando de la misma. No obstante, a medida que pasan los años y tanto el trabajo escolar diario como la burocracia asociada a nuestro puesto, nos envuelven en una dinámica continua de trabajo con alumnos y papeleo, se descuida o relega la tan necesaria actualización normativa (a no ser que nos haya tocado enfrentarnos a algún puesto del Equipo Directivo de un centro escolar, en cuyo caso, la revisión normativa se convierte más bien en una necesidad).
Podemos echar balones fuera. Frecuentes son las frases entre compañeros de “Es que a mí nadie me ha dicho…”, “Pues el director/a debería habernos informado de esto…”, “La Administración debería formarnos…”. Seamos sinceros, estas afirmaciones, en la mayoría de los casos esconden una dejación de nuestra propia responsabilidad. Y que, en muchos casos, no se sostiene con situaciones de la vida real puesto que los cambios legislativos han sido abordados en reuniones, enviados por sistemas diversos como correo electrónico, espacios web compartidos, etc pero… a pesar de ello, no se ha realizado la más mínima revisión.
Reconozcámoslo: Leer legislación es aburrido. El lenguaje es arduo, la letra, en muchos casos, pequeña, las ideas se repiten, los cambios de la legislación marco, habituales: “Para que me voy a leer la ley, si cada vez que cambiamos de gobierno, la cambian”… ¿es una frase conocida, verdad?
Esta será la función de la presente sección de la Revista Digital del Portal de Educación a lo largo del presente curso escolar. Ayudar a los maestros a actualizarse en lo que a legislación se refiere. Y, llegados a este punto, algunos lectores pensarán: “bueno, para eso ya están las leyes, se buscan y ya está”. Pero no olvidemos que este ejercicio no se hace o, cuando se busca la regulación correspondiente, se queda olvidada cogiendo polvo virtual entre nuestras carpetas del ordenador. A veces, en el mejor de los casos, recurrimos a ella como un salvavidas ante una situación sobrevenida para evitar ahogarnos.
¿Qué enfoque encontraréis, por tanto, en esta sección? Se procurará que cada artículo sea lo más ameno y conciso posible, desarrollando algunas normativas de diferente rango, guías o protocolos surgidos en los últimos años. Y, todo ello, a partir de casos prácticos que, posiblemente muchos profesionales de la docencia hayan vivido y con los que se sientan, en todo o parte, identificados. Al mismo tiempo, se proporcionará, lógicamente, la referencia normativa actualizada con el fin de ayudar a aquellos compañeros que desconozcan dicha novedad.
Compañeros, en nuestro ámbito laboral como en otros aspectos de la vida, no olvidemos que Ignorantia juris non excusat, frase que posiblemente, hayamos empleado alguna vez: “El desconocimiento de la ley no exime, a priori, de su cumplimiento”.