Autora: Marta Blázquez Rodríguez.
En el extremo suroeste de la provincia de Salamanca se encuentra la comarca de la Sierra de Francia. Sí, sí de Francia. Tras la Reconquista esta zona quedó despoblada, de manera que Alfonso IX de León decidió repoblarla para defender la frontera sur de su reino. Gracias al matrimonio de su hija con Raimundo de Borgoña, los repobladores llegaron desde Francia y de ahí el nombre de esta comarca en la actualidad.
La comarca de la Sierra de Francia está compuesta por treinta y dos municipios y aquí vamos a hablar de tres de ellos: La Alberca, Mogarraz y Miranda del Castañar que, a elección propia, son los más bonitos; por supuesto, sin desprestigiar ninguno de ellos porque cada uno guarda un trozo de historia y toda la zona es para perderse.
La Alberca es el pueblo más famoso de esta comarca y el más turístico. Caminar por sus calles estrechas y empedradas te transporta a otra época, sus casas típicas le confieren un carácter medieval que te permite relajarte y dejar volar tu imaginación. Por supuesto, debes visitar la plaza y todos los edificios importantes que en ella se localizan, su iglesia o sus ermitas; pero también tengo que recomendaros que no os vayáis de este pueblo sin comprar un bote de miel a las mieleras que suelen tener su puesto en la plaza y, por supuesto, unas almendras garrapiñadas. Si tenéis la suerte de ver como las garrapiñan y las coméis recientes es un placer iniguable. Y ¡perdeos! Caminar por su calles, siguiente el recorrido de las regaderas hoy escondidas bajo losas de piedra para encontrar al marrano (cerdo) que anda suelto desde el 13 de junio hasta el 17 de enero, fecha en la que es subastado entre los vecinos.
Otra delicia, es poder visitar el pueblo los días anteriores a la festividad del Corpus en el que todo el pueblo se engalana de tesoros textiles. Sus calles son auténticos museos y el pueblo está aún más bonito si cabe.
En Mogarraz también debéis perderos por sus calles, donde os van a sorprender desde el primer momento los retratos de las personas colgados de sus casas, casas que mantiene la estructura tradicional de la zona y son similares a las que veréis en el resto de pueblos.
Estos retratos dotan al pueblo de un valor único. La historia de estas imágenes comenzó a finales de los años 60, cuando un vecino de la villa, retrató a todos los vecinos del pueblo para que pudieran formalizar su documento nacional de identidad. En 2008 el artista local Florencio Maíllo, recuperó dicho archivo fotográfico convirtiéndolo en una galería de arte, más de 400 obras que se colocaron en las fachadas de las casas en las que habían vivido las personas retratadas. Por supuesto, debéis visitar la torre de la iglesia y las numerosas fuentes del pueblo. Mientras miráis embobados hacia arriba no olvidéis echar un vistazo al suelo de vez en cuando porque aquí también tienen un marrano suelto por las calles.
Desde este pueblo sale también la ruta del Camino del agua. Una ruta circular de unos 6,5 km que va hasta el pueblo de Monforte y vuelve por un sendero sencillo entre castaños y robles. Una ruta preciosa en primavera u otoño porque es cuando más agua vamos a encontrar y los árboles más bonitos están. Bien es cierto que si os acercáis ya a principio del verano, las huertas del camino lucirán sus estupendas cerezas y seguro que la mano se escapa, en algún momento, a alcanzar alguna y llevársela a la boca.
Después de este paseo, podéis reponeros comiendo un cocido serrano en alguno de los restaurantes del pueblo y, de postre, un chupito de aguardiente de la zona.
No os marchéis de la zona, sin visitar Miranda del Castañar, un pueblo que conserva su casco urbano amurallado, podéis entrar por cualquiera de sus cuatro puertas, todas con un encanto especial. Para acceder a una de ellas, hay que cruzar su antigua plaza de toros, cuadrada, una de las más antiguas de España y aún usada hoy en día durante las fiestas locales. También podéis visitar la antigua torre, usada como cárcel en época de la Inquisición. Para acabar la visita alguna de sus antiguas bodegas donde se pueden ver como usa(ba)n el desnivel del terreno para mover el vino. Puede trasladarte a otra época sin hacer un gran esfuerzo. El entorno es único.