Autora: Inés Monreal Guerrero.
“El aprendizaje es una consecuencia del pensamiento. La retención, la comprensión y el uso activo del conocimiento surgen cuando el aprendiz se encuentra en experiencias de aprendizaje en las que piensa acerca de algo y piensa con lo que está aprendiendo (…) Lejos de creer que el pensamiento viene después del conocimiento, el conocimiento procede del pensamiento. A medida que pensamos acerca de y con el contenido que estamos aprendiendo es como realmente lo aprendemos” (Perkins, 1992, p. 8)
El curso académico 2018.19 lo abrimos con esta cita de Perkins, que entraña, uno de los verdaderos retos de la educación, implementar el pensamiento eficaz como estrategia para generar hábitos en la mente de nuestros alumnos. Su entrenamiento les desarrolla destrezas y hábitos mentales que les capacitarán para una mejor toma de decisiones meditadas, reflexionadas y analizadas. Entendemos que, para pensar acerca de y con el contenido, se requiere un mínimo nivel de comprensión al menos, por ello, la comprensión es uno de los ejes motores de activación del niño. Nuestros alumnos deben comprender los contenidos para ser conscientes de los mismos, para ello, la comprensión de la información que ofrecemos e información externa que ellos reciban en ámbitos de aprendizaje informal, es primordial. Un alumno que comprende, aprende y retiene lo aprendido, por tanto, se hace necesario desarrollar estrategias que faciliten la comprensión reflexiva, activa y contextualizada.
Ahora bien, si el aprendizaje sucede como resultado de nuevos pensamientos, entonces ¿cuál es uno de nuestros desafíos educativos? entrenar el pensamiento de manera eficaz y hacerlo visible, con ello conseguiremos adecuarnos a su ritmo de aprendizaje y llegar a su conocimiento forjado por las informaciones adquiridas dentro de su aprendizaje informal. El conocimiento de su aprendizaje informal nos acercará a ser conscientes de qué saben y qué no saben de cara a implementar una nueva unidad didáctica o plantear un nuevo proyecto, ¿de dónde debemos partir? El aprendizaje informal nos da pistas a este respecto.
En resumen, el pensamiento visible posibilita ver lo que piensan nuestros alumnos, nos da evidencias de cómo aprenden, los conocimientos adquiridos y las lagunas conceptuales…es una importante herramienta de valoración de lo que ve, y un punto de partida para nuevos aprendizajes.
El trabajar estos parámetros nos conduce al reto de entrenar el pensamiento visible, en hacer visible lo invisible, ver lo ausente como una oportunidad formativa para el alumno. Para nosotros como docentes, uno de nuestros cometidos es desarrollar destrezas para que los alumnos APRENDAN A PENSAR y que tomen conciencia plena de la importancia del pensamiento, trabajando así el aprendizaje basado en el pensamiento.
Somos conscientes que nos queda un largo camino por recorrer porque, tal como apunta Perkins (2003) “la gente es indiferente ante situaciones que invitan a pensar”. Como docentes consideramos que debemos plantear situaciones estratégicas que inviten a pensar, debemos enseñar la manera de aprender a pensar. El entrenamiento del pensamiento favorece la comprensión de situaciones y acontecimientos que acompañan al desarrollo integral del niño, el pensamiento se visualiza y se utiliza como una estrategia de aprendizaje para ello.
El hecho de visualizar el pensamiento les faculta para ser más conscientes de lo que realmente piensan, al externalizar su pensamiento y ponerlo en común con el grupo clase, además les hace partícipes de sus aprendizajes y de los de sus compañeros. Todo les faculta para crecer de manera autónoma y desarrollar un sentido crítico sobre los acontecimientos que le rodea.
Para que todo esto pueda llegar a ser posible en un aula de manera normalizada, debemos reflexionar sobre cómo podemos generar esos momentos dedicados a pensar. Coincido con Andrea Giráldez en su artículo “Aprender a pensar, tiempo para pensar en la escuela” cuando apunta que las buenas ideas requieren de tiempo, de un tiempo exclusivo para pensar, pero el pensar no parece hoy una actividad demasiado valorada” (2016, p.1)
El profesor genera oportunidades para pensar, para ello utiliza, entre otras estrategias, las rutinas de pensamiento.
Bibliografía:
Giráldez, A. (2016). Aprender a pensar, tiempo para pensar en la escuela. Educación 3.0.
Disponible: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/tiempo-pensar-la-escuela-andrea-giraldez/37819.html
Perkins, D. (1992). La escuela Inteligente. Del adiestramiento de la memoria a la educación de la mente. México, D.F.: Gedida, S.A.