Autora: Olga Rodriguez Borrego.
Feliz Año Nuevo a todos y todas. Estamos en enero, mes que marca el inicio de nuestro calendario actual, empezando el Año Nuevo el primer día de este mes. Son fechas navideñas de origen religioso, donde se celebra el nacimiento de Jesús, pero que actualmente están marcadas por cenas familiares, consumismo, papas noeles y árboles de navidad, costumbres todas ellas que tienen poco que ver con el origen de la Navidad.
En realidad, estas fiestas, como muchas de las que tenemos en el calendario actual, se basan en celebraciones relacionadas con la naturaleza, de hecho la Navidad se celebra a partir del 22 de diciembre, porque se la hizo coincidir con las celebraciones del solsticio de invierno existentes antes del cristianismo, así como las Fiestas de San Juan provienen de la celebración del solsticio de verano.
En la antigüedad la vida de la gente, estaba marcada por los ritmos de la naturaleza; el inicio de las estaciones y los momentos del año en que el día y la noche estaban en sus extremos, eran motivos de celebración. En tiempos remotos el calendario por el que la gente se regía, estaba basado en lo que la naturaleza permitía y marcaba en cada época del año y las tareas agrícolas que se podían llevar a cabo. Esto ha llegado a nuestros días a través de celebraciones y representaciones gráficas cono los innumerables Calendarios Agrícolas que existen desde Grecia y Roma, tema al que quiero dedicar el artículo de este mes.
El Calendario Agrícola (Imagen del mes de enero en el Calendario Agrícola de la colegiata de San Isidoro) es una representación gráfica del conjunto de tareas y faenas agrícolas que se hacían en el campo a lo largo del año. Antiguamente las comunidades se regían por este calendario y cada mes tenía sus tareas. Representaciones de calendarios agrícolas están presentes a lo largo y ancho de nuestra geografía siendo uno de los más conocidos el que está representado en la colegiata de San Isidoro de León.
Muchas actividades populares, que aún perviven en muchos de nuestros pueblos, se siguen rigiendo por los mandatos de la naturaleza.
En enero, el calendario agrícola recomienda plantar ajos y otros bulbos, hacer las faenas de los embutidos evitando la luna llena, y talar madera y leña en luna menguante, mientras que febrero, es nuestro último mes para poder plantar ajos, tiempo de sembrar semilleros de frutos, cebada temprana y preparar las varas de los injertos.
El refranero popular también está lleno de alusiones a las labores agrícolas; de enero el refranero popular dice: “De Navidad a los Mártires no salgas de casa aunque de pan no te hartes” y en febrero el dicho reza: “El agua de febrero cría trigo para el granero”.
El día 2 de febrero se celebran las Candelarias, que es el mejor tiempo para ver lucir estrellas y planetas y es el día que la tradición manda quitar el ramo leonés de los hogares. El día de las Candelarias tiene también su propio refrán:
“Cuando la Candelaria “chora” el invierno “fora”. Que “chore” que cante, más “pá” tras que “palante”.
Que significa que si el día de la Candelaria llueve, el invierno se termina, pero que llueva o no, ya queda menos de invierno de lo que ha pasado.
El significado de quitar el ramo leonés este día, es de agradecimiento porque el invierno ya ha pasado su ecuador. El ramo leonés de Navidad (imagen), para los que no lo conozcáis, es un adorno navideño, de origen precristiano, época en la que se rendía culto a la naturaleza en general y a los árboles en particular. En sus inicios era una rama de árbol que se adornaba y se ponía en los hogares como ofrenda de culto, como preludio a la primavera y símbolo de la fertilidad, en las celebraciones que se relacionaban con el solsticio de invierno.
Esta costumbre se adaptó al cristianismo y consiguió pervivir en los valles más recónditos de nuestra geografía, en especial en las zonas más apartadas de las provincias de León y Zamora, aunque también está documentado en Ávila, Salamanca y Palencia.
Hoy en día esta tradición, que estuvo a punto de desaparecer debido a la despoblación de las zonas rurales leonesas, se ha recuperado, gracias al esfuerzo de asociaciones y colectivos que se están esforzando para que no desaparezcan las tradiciones y la cultura popular de nuestros antepasados y se puede ver en muchas calles de pueblos y ciudades en época navideña.
Como podéis ver, a pesar de los años, los siglos y la tecnología, la naturaleza sigue estando muy presente en nuestras celebraciones, nuestras fiestas, ritos y tradiciones, porque los ritmos de la naturaleza, queramos o no, siguen marcando el ritmo de nuestras vidas.