Autora: Rosa Fernández Pérez.
En varios informes publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), consta que más de una cuarta parte de las defunciones de niños menores de cinco años son consecuencia de la contaminación ambiental. Cada año, las condiciones insalubres del entorno (como la contaminación del aire en espacios cerrados y en el exterior, la exposición al humo de tabaco ajeno, la insalubridad del agua, la falta de saneamiento y la higiene inadecuada), causan la muerte de 1,7 millones de niños menores de cinco años.
En el informe, titulado “La herencia de un mundo sostenible: Atlas sobre Salud Infantil y Medio Ambiente”, de la OMS, se indica que una gran parte de las enfermedades que se encuentran entre las principales causas de muerte de los niños de un mes a 5 años pueden prevenirse mediante acciones que reducen los riesgos ambientales, tales como el acceso al agua potable y el uso de combustibles menos contaminantes para cocinar.
En nuestro país también hay numerosos estudios sobre contaminación. Uno de ellos señala que la contaminación atmosférica causa más de 10.000 muertes al año, agrava seriamente las enfermedades respiratorias, cardiovasculares y está relacionada con el cáncer de pulmón, mama y digestivo (datos del científico del Instituto de Salud Carlos III, Julio Díaz).
Las principales fuentes de contaminación provienen de la industria química y vertidos industriales, la gestión de los residuos y los hidrocarburos.
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente:
- la producción industrial y el comercio contribuye en un 41,4% a la contaminación del suelo,
- el vertido y tratamiento de los residuos urbanos en un 15,2%
- la industria del petróleo en un 14,1%.
Además existen otras fuentes contaminantes entre las que se encuentran la minería y la agricultura, sobre todo la que depende de agrotóxicos
Además de estos datos, cifras y números, no podemos olvidar que detrás de la frialdad de un dato existen miles de personas con graves problemas. Pero si razonamos sobre ello, se puede reparar en que, somos las personas las que vamos creando y construyendo una sociedad, una forma de trabajar, de producir, de consumir, que ocasiona un deterioro hacia nosotras mismas.
Este sistema político, económico, empresarial y social que construimos está produciendo todo lo anterior. La mayoría de los sectores, como el del transporte, la energía, la gestión de desechos y la industria pesada, son insostenibles. A pesar de lo anterior, se sigue produciendo, distribuyendo y consumiendo de forma similar. Paradójicamente, se trabaja en un mundo empresarial que nos merma la calidad de vida y la salud.
No hemos de olvidar que las empresas no desarrollan sus actividades de forma aislada, sino que lo hacen dentro de un ecosistema del cual participamos las personas, al igual que otros actores, tanto internos como externos a la organización, conocidos como stakeholders (grupos de interés). No se entiende, por tanto, que en la contabilidad y balance de las empresas no se tengan en cuenta estos factores. Las empresas deben asumir la responsabilidad de sus acciones y contabilizarlo. Pensemos si es lógico que las empresas más contaminantes tengan en sus cuentas y balances los mayores beneficios económicos. Se está transfiriendo a la sociedad en su conjunto los perjuicios ambientales e inacción en la implantación de medidas, que están ocasionando las empresas. Ya hay formas de contabilizar estos hechos.
El desarrollo sostenible que el medio ambiente no sea un bien libre, sino que sea susceptible de una valoración adecuada, que permita reconocer el valor económico total de un recurso natural, e incluya no sólo valores directos e indirectos presentes, sino también los valores futuros derivados de su valor de uso y de no uso. Esta forma de actuar permitirá que la utilización de los recursos ambientales lleve aparejado un costo, que se reconozca contablemente y que, por tanto, tenga influencia en los procesos de decisiones económicas.
Hay varias formas de contabilizar lo anterior, pero hemos de ser meticulosos con las herramientas que utilicemos, ya que, hay parámetros difícilmente convertibles en “euros”. Entre ellos pueden estar, el bienestar personal, la percepción de la calidad de vida, del aire o de las aguas, etc… Se hablará de estos instrumentos en próximos artículos.
“Hay suficiente en el mundo para las necesidades del hombre, pero no para su avaricia” (Mahatma Gandhi)