Autor: Cesar Benito Gonzalez.
Con este artículo finaliza la serie dedicada a lo largo del curso al papel del profesorado de Servicios a la Comunidad en la integración escuela, familia y comunidad. Con estas reflexiones he querido esbozar algunas ideas sobre los factores que resultan más relevantes para lograr el encaje de los principales agentes educativos en la infancia y la adolescencia. Los aspectos reflejados en estos artículos se han referido especialmente a cuestiones relacionadas con los centros educativos, primero como espacio físico situado en un entorno determinado, y más adelante como organización, en la que la comunicación juega un papel esencial. También hemos puesto el foco, como no podía ser de otra manera, en la actitud que las familias tienen hacia la escuela y en sus expectativas hacia el sistema educativo. Y quiero terminar el curso poniendo en valor el trabajo de los docentes y profesionales, que con su compromiso y actitud colaboran a la mejora de la educación pública, asumiendo la integración de la familia y el entorno en el centro educativo, y apostando por lo tanto, por la calidad de la educación, por el éxito escolar, por la igualdad y la justicia social.
Pero para ser realistas y valorar en su justa medida el trabajo y la actitud de los docentes, debemos tener en cuenta que la escuela sufre las mismas crisis que afectan a la sociedad y los centros educativos y sus profesionales son un reflejo de los problemas y dinámicas sociales actuales. Con todo lo que ello supone, los docentes no deben vivir como una carga o como un ataque a su labor e independencia la integración de las familias y la comunidad en los procesos educativos de la escuela. Más bien al contrario, es un reto para la mejora de la calidad de los centros, del clima escolar y del rendimiento académico, además de ser un elemento compensador de desigualdades sociales y generador de justicia social. Explicadas y asumidas por las personas que ejerzan el liderazgo desde esa óptica, cualquiera de las propuestas realizadas, discutidas y acordadas en el marco de un proceso de reflexión honesto y crítico, serán perfectamente aceptadas por el profesorado y convenientemente desarrolladas. No se trata de idear protocolos que intenten sistematizar y simplificar la dinámica de las relaciones que se dan entre la escuela, las familias y el contexto; de hecho, no sería posible, dada la complejidad de la sociedad y su diversidad, ni deseable. Aún más allá, la integración escuela, familia y comunidad debería ser el eje del diseño de las políticas educativas y del propio sistema educativo. Mientras llega ese momento hay que apoyar, valorar y potenciar la labor de las personas que lideren a nivel
local la asunción de esta perspectiva de trabajo, cuyos beneficios son reconocidos, y en la que el profesorado de Servicios a la Comunidad tiene un papel relevante como hemos visto en los artículos precedentes.
Para lograr este objetivo, se debe profundizar en la dotación y el reconocimiento del perfil del profesorado de Servicios a la Comunidad. Hay una demanda generalizada de estos profesionales en todos los centros educativos, que reconocen la relevancia de su posición y compromiso. Pero no se trata sólo de una cuestión de cantidad, es también necesario que la legislación de atención a la diversidad, los planes y los protocolos de actuación que se diseñan, recojan de forma clara el papel y la aportación de un perfil profesional que en la teoría, pero también en la práctica cotidiana, es -en estrecha colaboración con los equipos directivos y el resto de perfiles de departamentos y equipos de orientación- una figura central en la deseable integración entre la escuela, la familia y la comunidad.
César Benito González es PTSC en el EOEP General de Portillo (Valladolid)
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