Autora: Inés Monreal Guerrero.
Abrimos la sección de Metodologías activas con un artículo sobre la metodología del aprendizaje basado en proyectos como herramienta facilitadora para trabajar de una manera interdisiciplinar y globalizadora dentro del aula. La Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), manifiesta la relevancia de la utilización de metodologías activas en el aula, como el Aprendizaje Basado en Proyectos, a partir de ahora ABP, para facilitar la adquisición de un aprendizaje significativo.
“El trabajo por proyectos (…) pretende ayudar al alumnado a organizar su pensamiento favoreciendo en ellos la reflexión, la crítica, la elaboración de hipótesis y la tarea investigadora a través de un proceso en el que cada uno asume la responsabilidad de su aprendizaje, aplicando sus conocimientos y habilidades a proyectos reales” (Orden ECD/65/2015, p. 18).
En otro nivel de concreción, y acotando ya a nuestra realidad educativa dentro de nuestra Comunidad Autónoma, nos acercamos al Decreto 122/2007 del 27 de diciembre, que establece el currículo del segundo ciclo de la Educación Infantil en Castilla y León. En el mismo se aboga por “orientar el logro de un desarrollo integral y armónico de a persona en los aspectos físico, motórico, emocional, afectivo, social y cognitivo, y a procurar los aprendizajes que contribuyen y hacen posible dicho desarrollo” (p.6), ya desde la temprana edad, en el mismo Decreto también se manifiesta la necesidad de que el niño desarrolle aprendizajes significativos basados en estímulos cercanos a sus intereses (p.8.)
Uno de los teóricos pioneros en el ABP fue William Heart Kilpatrick con su obra “The Proyect Method”, en el mismo proponía un método que “defiende los intereses de los alumnos, que dichos intereses deben ser la base para realizar proyectos de investigación, y éstos deben ser el centro del proceso de aprendizaje” (Giráldez, 2014, p.94). Otro autor de referencia en este ámbito que no podemos obviar es J. Dewey, en su libro Cómo pensamos publicado en 1982, prioriza en la necesidad del alumno en conectar la información que va adquiriendo con su entorno cotidiano.
Para poder diseñar el ABP es necesario desarrollar unas fases de aplicación (Pozuelo, 2007):
– Selección de la temática: elección del tema eje del proyecto
– Análisis de contenido: trama conceptual y conexión con especialistas y generalistas
– Análisis didáctico: tras la búsqueda de información se indaga sobre el conocimiento de los alumnos sobre el tema a tratar, pudiendo utilizar rutinas de pensamiento y generando así el pensamiento visible en el alumno
– Diseño didáctico: construcción del propio proyecto, en el mismo se concretarán los objetivos y contenidos del mismo y se trabajarán de manera global todas las áreas curriculares o casi todas
– Evaluación: finalizado el proyecto se evalúa, las herramientas de evaluación que suelen utilizarse son: portfolio, escala de valoración, rúbrica y diario de aprendizaje entre otros.
Queremos acabar con una cita de la entrevista realizada a Juanjo Vergara en la presente revista digital de la Consejería de Educación en enero de 2016. Es el autor del libro “Aprendo porque quiero. El aprendizaje basado en Proyectos (ABP), paso a paso” publicado en 2015.
“El gran reto del docente hoy es dejar de pensar que su encargo profesional es transmitir contenidos y pensar que una de las funciones más importante que tiene es despertar el deseo de aprender y luego acompañar ese proceso con todas las armas que tiene a su disposición –contenidos, estrategias metodológicas, etc.-. Algo que creo firmemente es que el aprendizaje es, ante todo, un acto intencional. Aprendemos porque queremos y el nuevo escenario educativo tiene que aprender a trabajar en este marco. Este es el motivo del título de mi libro: “Aprendo porque quiero”.