Autora: Sara Bragado Morales.
Contrariamente a lo que muchos piensan, la sordoceguera está reconocida como una discapacidad única y específica, y no como la suma de sordera + ceguera, ya que las personas con esta discapacidad poseen necesidades particulares y específicas, derivadas de la combinación de ambas discapacidades, y no generadas por una única discapacidad sensorial.
La llaman la “discapacidad invisible”, porque no hay protocolos de detección ni existe un censo en el momento actual. En España, según diferentes estimaciones, el número de personas sordociegas podría situarse en unas 7000 personas, pero puede alcanzar las 200.000 teniendo en cuenta las personas de avanzada edad que pierden visión y adquieren pérdida auditiva. Increíble, ¿no?
Aclarando el concepto, las personas con sordoceguera se definen como “aquellas personas con un deterioro combinado de la vista y el oído que dificulta su acceso a la información, a la comunicación y a la movilidad” según recoge la LEY 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas.
Esta discapacidad afecta de forma muy severa las habilidades diarias necesarias para una vida mínimamente autónoma, requiere de servicios especializados, personal específicamente formado para su atención y métodos especiales de comunicación, como la lengua de signos apoyada, tablillas de comunicación, dactilológico en palma, braille, escritura en mano…
Son muchos los sistemas de comunicación que puede utilizar este colectivo, ya que cada persona es única, y existen muchos factores que de terminarán su forma de comunicación, por ejemplo si una persona es sordociega congénita, es decir si nace sordo y ciego, si es sordociego adquirido, si es sordo congénito y adquiere la ceguera o deficiencia visual a lo largo de su vida o viceversa.
El bastón blanco y rojo no es solo un dispositivo de orientación y movilidad para las personas con sordoceguera. Es una forma de identificación, para advertir al resto de personas de su doble discapacidad.
Si en el aula te encuentras con un alumno con sordoceguera, debes saber que hay personal especializado que apoyará al alumno durante su andadura, desde mediadores hasta guías-intérpretes (o mejor los dos profesionales), y que es esencial que tengamos en cuenta la individualidad del alumno para adaptar nuestro material. Podremos elaborarlo más grande, proyectar la información más lejos, con otros colores más adecuados pata la visión residual del alumno, adaptarlo al braille, aprovechar si tiene restos auditivos… todas estas no son más que mínimas y posibles estrategias a tener en cuenta como docentes, además de solicitar asesoramiento a los profesionales antes mencionados, así como a las organizaciones y asociaciones de familias y/o personas sordociegas de nuestra comunidad o a nivel estatal. Existe, además un curso básico y gratuito, que como docentes puede interesarnos, en la web de la asociación española de familias de personas con sordoceguera (aspascide), con el objetivo de adentrarnos en este mundo tan desconocido, en conocer lo más básico de esta discapacidad y sus características, los sistemas de comunicación, el resto visual, el auditivo, cómo comunicarse…
Es probable que ya fueras conocedor de esta discapacidad “invisible”, sino, espero haberte abierto una pequeña ventana a un mundo nuevo.
AUTORA: Sara Bragado Morales
BIBLIOGRAFÍA:
– La vanguardia
– www.asocide.org
– www.apascide.org