Autora: Azucena Esteban Alonso.
En la escuela, hoy en día, nos dedicamos a muchas cosas. Cada día más, dicen algunas voces. Los conocimientos cognitivos van acompañados de todo un conjunto de competencias que desde el aula y el centro educativo se han de ir forjando desde las primeras etapas. Desde nuestra sección de la Revista Digital, siempre hemos apuntado que todo este camino se ha de recorrer junto con la familia, si es que se quiere conseguir un resultado eficaz que cale verdaderamente en el niño.
Este artículo recoge una de las últimas experiencias que hemos llevado a cabo con nuestros alumnos de cinco años y sus familias. Lo primero que cabe explicar es el propio título de la actividad. ¿Por qué la hemos bautizado con el nombre de “palabras dulces”?. Como sabemos, nuestro autoconcepto y nuestra autoestima se van forjando, en parte, como resultado de lo que los demás reflejan de nosotros mismos, las palabras o ideas que nos transmiten… Con esta idea en la mano y planteándonos ¿a quién no le gusta que le alegren con unas palabras bonitas? Supongo que todos hemos tenido uno de esos días grises, anodinos o, incluso, días interminables en los que nada parece que pueda ir peor y, de repente, alguien nos dice una palabra que nos enciende el alma, reflejándose en una sonrisa. Y así, nuestro día ya no parece tan desastroso como antes. Esta situación la habremos vivido muchos maestros, especialmente, los que trabajamos con los más pequeños. Días que llegamos al aula tras haber dormido poco o mal, cansados, con nuestra “cara mañanera” y uno de los niños, alegre y sincero, comenta: “profe, ¡qué guapa estás!”.
El efecto de esas palabras nos da fuerzas, nos hace cambiar el enfoque de nuestro día, nos reconforta y nos hace sentir bien con nosotros mismos. Desgraciadamente, son muchas más las ocasiones en las que nos sale de dentro hablar mal de otra persona, que decirle algo positivo. Cambiar esta manera de relacionarse con el otro resulta esencial.
Estas son algunas de las ideas que subyacen en el interior de la actividad. ¿Cómo se ha desarrollado en el aula?
- En primer lugar, hemos explicado la actividad a las familias, contándoles para qué sirve. Para ello, les hemos enviado una nota y se lo hemos contado en persona a través de la reunión general de padres. Emplear ambos métodos nos ha servido para adaptarnos a la diversidad familiar presente en el aula, así como facilitar la comprensión de la dinámica a las familias inmigrantes.
- Una de las mamás nos ha decorado unos botes preciosos con el nombre de cada niño. (Otra idea es que cada niño decore su bote o que lo lleven a casa y cada familia lo decore como desee)
- En cada bote hemos dispuesto tantos papeles de colores como niños hay en clase, así como las indicaciones para la actividad.
- Cada lunes los niños se llevan el bote de otro compañero (irán rotando hasta que los botes hayan pasado por todas las familias).
- Una vez en casa, el niño junto con sus papás, cogen un papel y escriben un mensaje o una palabra positiva del compañero, del dueño de ese bote. Puede ser una palabra, una idea, una frase… (esto puede variar en función de la edad con la que se realice).
Cuando todos los botes hayan pasado por todas las casas, cada niño se lleva el suyo para compartir en familia todos los mensajes positivos. Otra opción puede ser que, cada vez que los botes vuelven a clase, los niños abren sus “palabras dulces” y las leen, agradeciendo al compañero que se lo ha dedicado. También, podemos dejar que el propio alumno que ha escrito el mensaje, sea quien se lo diga en persona (esto dependerá de la edad de los niños y de la cohesión grupal).
En nuestra clase, los niños van y vienen muy felices con sus botes, pues saben que les espera un envío emocionante, lo que deriva en una expectación también de las familias que, a la salida, recogen los botes preguntando a sus hijos con ilusión ¿a quién escribimos hoy?.
Gracias a esta actividad, los niños de cinco años, además de trabajar la lectura y la escritura, cuentan con un recuerdo de sus compañeros que han destinado un poco de su tiempo a dedicar unas palabras dulces, que alegran el alma.
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