Autor: Cesar Benito Gonzalez.
Con este nuevo artículo terminamos nuestro recorrido por las diversas realidades familiares que nos podemos encontrar en nuestra intervención los profesionales de Servicios a la Comunidad de los equipos y departamentos de orientación. Para esta última fotografía de la realidad de las familias de los centros educativos voy a hablar de una familia reconstruida que tiene que afrontar las dificultades de la llegada desde Brasil de los dos hijos de la mujer, a los que no ha podido ver desde su llegada a España, dos años atrás. Antes de comenzar me gustaría aclarar que los nombres y situaciones aquí descritas son ficticias y no responden a ningún caso ni realidad concreta, si bien es fácil que encontremos parecidos o paralelismos con casos reales que podamos conocer. Así mismo, la gestión de las relaciones entre la familia y el centro, así como las intervenciones descritas no son, ni pretenden serlo, una guía de actuación para el caso descrito ni para otros similares.
Lainer es un niño de 6 años que acaba de llegar con su hermana Dilma, de 4, desde Brasil. Es el mes de enero y hace ahora dos años que su madre emigró a España por motivos económicos, a la búsqueda de trabajo y una mejor perspectiva de vida para sus hijos después de la abrupta separación de su pareja. Mientras tanto, los hijos han quedado al cuidado de sus abuelos en Brasil. Durante ese tiempo la madre, Marcia, se ha establecido en una localidad de nuestra comunidad autónoma donde ha comenzado a convivir con su actual pareja con quien ha construido una relación sólida. Se trata de un hombre divorciado, Pedro, oriundo de la misma población, que vive con sus dos hijos de forma intermitente según lo establecido por el convenio regulador; Carmen de 16 años y Antonio (Toni) de 15, que se encuentran escolarizados en el instituto de la localidad. Pedro regenta un bar en la localidad, donde también trabaja Marcia desde su llegada a España.
La pareja lleva ya unos meses conviviendo, con cierta resistencia inicial de Carmen y Toni, que veían con recelo la nueva relación de su progenitor. Esta resistencia se acrecienta cuando su padre les comunica la llegada de los dos hijos de su pareja, mostrando una actitud pasiva y poco colaboradora en casa. Así que la llegada de Lainer y Dilma es vivida con alegría por parte de su madre, incertidumbre por parte de Pedro y cierta hostilidad por parte de Carmen y Toni. También para Lainer y Dilma la nueva situación supone una montaña rusa emocional que les lleva de la alegría del reencuentro con su madre, el recelo de hacerlo después de tanto tiempo, y toda la inseguridad que genera la nueva realidad que les rodea (idioma, contexto familiar, escolar y social,..). Las primeras semanas de convivencia se presentan complicadas pero la pareja tiene muy buena disposición ante los retos que se han planteado.
Uno de los primeros trámites que realiza Marcia a la llegada de sus hijos es matricularlos en el Colegio de Educación Infantil y Primaria más cercano a su domicilio, una vez resuelta la solicitud de admisión fuera del plazo ordinario, al haber plazas en el centro de su interés. Lainer y Dilma son matriculados en el curso que les corresponde según su edad, así Lainer se incorpora a un grupo de 1º de Educación Primaria y Dilma a uno de 2º de Educación Infantil (4 años).
El equipo directivo del centro toma desde el primer día las medidas necesarias para facilitar la adaptación de los nuevos alumnos y comunica al Equipo de Orientación su llegada a fin de solicitar apoyo y asesoramiento, y establecer la coordinación necesaria sobre el caso, por su singularidad y excepcionalidad en un centro en el que no están acostumbrados a recibir alumnado extranjero. Así, los profesionales del equipo mantienen reuniones de coordinación con el equipo directivo y las tutoras de los dos hermanos, y realizan una entrevista a la familia. La madre de Lainer y Dilma se muestra muy colaboradora y en estos primeros momentos está siempre disponible a los requerimientos del centro, manteniendo reuniones con el equipo directivo, sendas tutoras de sus dos hijos y el orientador y el profesor de servicios a la comunidad del equipo.
Inicialmente y como forma de establecer la forma de trabajo con los alumnos recién llegados teniendo en cuenta que no conocen el castellano, según la información que ofrece la familia, en el centro se determina imprescindible realizar un informe del nivel de competencia lingüística de ambos, para valorar el nivel de desconocimiento del idioma. Dicho informe lo realizan las tutoras de los alumnos contando con el apoyo del profesorado de lenguas extranjeras del centro. Derivada de la valoración del nivel de competencia lingüística se determina la conveniencia de que Dilma reciba sesiones de apoyo dentro del aula por parte de profesorado del centro según la disponibilidad de horario. Así para Lainer se establecen varias sesiones semanales de apoyo por parte del profesorado específico de apoyo, según la disponibilidad de horarios, fuera del aula. En ambos casos y a fin de respetar el principio de inclusión educativa la atención específica de apoyo será simultánea a la escolarización en su grupo ordinario, con el que compartirá el mayor tiempo posible del horario semanal. Esta atención tendrá por objeto garantizar una rápida adaptación lingüística y facilitar el acceso a determinados aspectos culturales y sociales fundamentales.
Todas estas medidas tendrán carácter temporal mientras se mantengan las circunstancias que las justificaron. Además desde el centro se han establecido otras medidas como la adecuación de estrategias metodológicas y organizativas, así como la adaptación de las técnicas, tiempos e instrumentos de evaluación a las condiciones y circunstancias de Lainer y Dilma. Todo ello sin que suponga la alteración de los objetivos, contenidos y criterios de evaluación de la etapa. En el diseño de todas estas medidas el equipo de orientación ha realizado una labor de asesoramiento con las tutoras del alumnado y se ha mantenido una estrecha coordinación para la adecuación de las mismas a las condiciones de los alumnos implicados teniendo en cuenta la información obtenida por los profesionales implicados en el marco de su competencia. Así mismo el equipo de orientación colabora con el centro en la elaboración de un Proyecto de adecuación lingüística y social para la atención del alumnado de incorporación tardía al sistema educativo con desconocimiento del castellano, que quedará incluido en el Proyecto Educativo del Centro, de forma que la experiencia y el esfuerzo organizativo realizado para la adecuada incorporación de Lainer y Dilma, quede reflejado en un documento que facilite y clarifique el trabajo para posibles incorporaciones posteriores de alumnado con similares características.
El PTSC además informa a la familia de otros recursos existentes en la localidad y la comarca de carácter socio-comunitario, a fin de facilitar la integración de los menores en su nueva realidad. De la misma forma a través de la derivación a estos recursos se pretende prevenir cualquier situación de desventaja o de riesgo que pueda surgir de los cambios acaecidos en la unidad familiar y las dificultades de su adecuada gestión, dado el difícil momento evolutivo de los menores que conviven en el domicilio y las peculiaridades de su día a día.
Por parte del centro educativo y de los profesionales del equipo de orientación ya se han establecido las condiciones iniciales óptimas para la adecuada adaptación de Lainer y Dilma a su nueva realidad escolar, que debe convertirse en un pilar básico para su integración en el contexto familiar y social. Si la pareja responde adecuadamente a las exigencias surgidas de la atención y educación de todos los menores a su cargo, y favorece además un apropiado ambiente familiar y unas buenas relaciones entre sus miembros, se puede esperar que el resultado de la reagrupación y la conformación de la nueva unidad familiar sea beneficiosa para todos sus miembros.
César Benito González es profesor de Servicios a la Comunidad en el IES Cardenal López de Mendoza (Burgos)
Blog: www.educacionyculturapopular.com