Autora: Rosa Fernández Pérez.
En un mundo globalizado como el nuestro, donde se pueden conseguir casi todos los productos inimaginables, se puede viajar a casi todos los lugares del mundo y se puede tener comunicación con personas de lugares lejanos, podemos escuchar voces de numerosas organizaciones que denuncian el olvido de lo fundamental, “la protección, cuidado y dignidad de las personas” en los trabajos.
En este panorama donde las actividades sociales, políticas y económicas se extienden a través de las fronteras. Fronteras que, por otra parte, en este mundo globalizado, cada vez son más difusas. Por otra parte, el incremento del comercio mundial suscita controversias relacionadas con las condiciones laborales y los derechos humanos de las personas que participan en la producción y comercialización de los productos. En definitiva, el mundo laboral está siendo un lugar de menoscabo de la propia dignidad de las personas. Parece que los ámbitos jurídicos nacionales y los pactos internacionales, no fueran suficientes para la protección de los “derechos humanos”. Se denuncia que transnacionales obligan a niños a trabajar, se explota a las personas trabajadoras, se pagan sueldos míseros que no dan para disfrutar de una vida digna, se coacciona a las personas a trabajar en condiciones insalubres, a trabajar con productos tóxicos, a no permitir que tengan descansos en sus horarios laborales, …
Y detrás de este panorama, dos actores. Uno de ellos, el consumidor, dispuesto a comprar el objeto al “mínimo precio posible”, sin plantearse cómo se ha producido. El otro actor, los estados, poniendo de relieve la prioridad en el empleo.
Haciendo un poco de historia, en 1999 el Secretario General de la ONU, Kofi Annan se dirigió, en el Foro Económico Mundial en Davos, a altos directivos de las mayores empresas a nivel mundial para lanzar la idea de crear un pacto mundial entre el sector privado y las Naciones Unidas; un pacto que se basaría en la acción voluntaria y en el deseo de las propias empresas de participar en la solución de las consecuencias no deseadas de la globalización. (Informe de Economistas sin fronteras: Empresas, derechos humanos y competitividad: ¿una relación imposible?). El Pacto Global se ha convertido en la iniciativa de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) más grande del mundo, y los Principios del Pacto Mundial se pueden leer en la siguiente página: https://www.pactomundial.org/category/aprendizaje/10-principios/
En el año 2011, se establecen los Principios Rectores para poner en práctica la idea de “proteger, respetar y remediar”. El propósito de estos principios es tan simple como primordial: las personas tienen derecho a ser tratadas con dignidad. Los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, cualesquiera que sean su nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, idioma o cualquier otra condición.
Por su parte, la OCDE ha fijado las Líneas Directrices para Empresas Multinacionales. Estas constituyen el único código de conducta empresarial responsable, exhaustivo y acordado multilateralmente, que los gobiernos se han comprometido a promover.
Los acuerdos sobre protección de derechos humanos se plantean, sobre todo, en las empresas transnacionales, donde la experiencia revela que éstas eligen dónde ubicar sus actividades productivas para obtener ventajas en una imposición más baja, normativas laxas sobre salarios mínimos a los trabajadores, normativas permisivas sobre daños ambientales, sobre discriminación laboral, etc…
Recientemente, el 1 de febrero de 2017 el Parlamento Francés aprobó una ley que establece la obligación del deber de vigilancia para las empresas matrices y subcontratantes. Esta ley también favorece las denuncias, por parte de las víctimas y personas afectadas por los incumplimientos de la protección de los derechos humanos de las empresas.
En España, se publica el “Plan de Acción Nacional de Empresas y Derechos Humanos”, mediante Resolución de 1 de septiembre de 2017, de la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores (véase el BOE de 17 de septiembre de 2017). Según un comunicado firmado por Amnistía Internacional, Coordinadora de Comercio Justo, Coordinadora de ONG para el Desarrollo, Enlázate por la Justicia, Federación de Derechos Humanos, Greeenpeace y Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, se especifica que “este Plan es un paso positivo, pero claramente insuficiente para evitar que se produzcan vulneraciones sobre los Derechos Humanos”.
Esta panorámica hace plantearse si nos estamos olvidando de lo principal, las personas, como centro de la vida.
“Privar a las personas de sus derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad”. (Nelson Mandela)