Autora: Sara Bragado Morales.
Desde esta nueva sección queremos dar a conocer a nuestros lectores a los verdaderos protagonistas de esta sección. Son aquellos que, con su lucha diaria, hacen que la inclusión deje de ser una utopía para convertirse, poco a poco, en una realidad. Aunque falta mucho. Mucho.
Compartiremos experiencias de diversas asociaciones de discapacidad, de diferentes centros de educación formal y no formal, y os daremos a conocer lo que sienten ellos, los alumnos con necesidades educativas especiales en el ámbito educativo.
Este es el primero de una serie de artículos en los que se irá intercalando el conocimiento teórico de diversas discapacidades con la realidad que vive un alumno con esa discapacidad en concreto.
La primera discapacidad objeto de este artículo es la auditiva.
Según la Confederación española de familias sordas (FIAPAS), la sordera en cuanto deficiencia, se refiere a la pérdida o anormalidad de una función anatómica y/o fisiológica del sistema auditivo, y tiene su consecuencia inmediata en una discapacidad para oír, lo que implica un déficit en el acceso al lenguaje oral.
La sordera puede clasificarse dependiendo del momento de aparición, del tipo de sordera y del grado de la misma.
Según el momento de aparición, la sordera se clasifica en:
– sordera prelocutiva: la pérdida auditiva está presente antes de que se haya desarrollado el lenguaje.
– sordera postlocutiva: la pérdida auditiva aparece cuando ya existe lenguaje.
Según la localización de la lesión, puede ser:
– de conducción o de transmisión: presentan alteraciones en la transmisión del sonido a través del oído externo y medio.
– de percepción o neurosensorial: son debida a lesiones en el oído interno o en la vía nerviosa auditiva.
– mixta: poseen lesiones tanto en el oído externo como en el interno.
Y teniendo en cuenta el grado de pérdida auditiva, puede darse desde una pérdida leve hasta una profunda, la cual se denomina cofosis.
En España se ha constatado que hay más de un millón de personas sordas. Dentro del aula, como educadores, podemos encontrarnos en cualquier curso de cualquier centro a un alumno sordo o con discapacidad auditiva. Que no sordomudo, ya que la afectación está en la capacidad de oír y no en la capacidad de emitir sonidos.
La clave está en la accesibilidad: desde las adaptaciones curriculares, las ayudas técnicas hasta los intérpretes de lengua de signos española en el aula. No todos los alumnos con discapacidad auditiva son usuarios de lengua de signos. Actualmente, en nuestra Comunidad están contratados 37 intérpretes de lengua de signos española que interpretan dentro del aula, a más de 80 alumnos con esta discapacidad en las etapas de Infantil, Primaria, Secundaria y Formación Profesional.
Claramente, o no se interpreta a todos los alumnos, o no se interpreta el 100% del horario lectivo. Y mientras esta situación continúe así, los maestros y profesores que impartimos clase a estos alumnos debemos utilizar una serie de estrategias en el aula, como diapositivas, esquemas, tener en cuenta ubicación del alumno en la clase, gestos, signos… teniendo en cuenta las necesidades individuales de cada alumno y, en definitiva, utilizar todo lo necesario para que la información llegue al receptor.
En el siguiente artículo conoceremos la realidad que viven estos alumnos en el aula, imprescindible no solo para ponernos en su piel, sino para mejorar nuestras estrategias como docentes.
Bibliografía: Confederación española de familias sordas (FIAPAS)