Autor: Agustín González Redondo.
Isaac Asimov (1920-1992) en su libro “Yo, Robot” (1950), que incluye una serie de relatos cortos, define de forma breve un robot como un “objeto artificial que se parece a un ser humano”. Tal y como lo conocemos ahora, el escritor y bioquímico, estudioso de la Historia, es el acuñador del término robótica. Introduce en la ciencia ficción la idea de un robot como la confluencia de la máquina más la computadora. Inicia una nueva etapa dentro de la literatura de este género que, antes de él, presentaba a los robots como grandes masas hostiles, bélicas y torpes. En los robots de Asimov no hay maldad, ni siquiera hay errores, puesto que lo que ellos hacen es consecuencia directa de la lógica implantada en su cerebro. No hay odio o ansias de dominio por soberbia, sino racionalidad. Todo lo que hacen deviene de tres reglas básicas que el humano ha programado en todo cerebro positrónico (robótico) que son las siguientes y que aparecen expresadas por primera vez en el cuento “Círculo Vicioso” (Runaround, 1942), y han regido, la conducta de los robots en todas su obras:
1.-Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
2.-Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
3.-Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Isaac Asimov afirma que estas leyes fueron fruto de una conversación que mantuvo con John W. Campbell el 23 de diciembre de 1940 (autor de Who Goes There? (1948) llevado al cine en 1951 con el título de “The thing from another world”, dirigida por Christian Nyby, y en 1982 “The thing” (La Cosa) dirigida por John Carpenterr).
Incluso han traspasado los límites de la ficción, ya que en 2011, el Consejo de Investigación de Ingeniería y Ciencias Físicas y el Consejo de Investigación de Artes y Humanidades de Gran Bretaña publicaron cinco principios éticos que deberían seguir tanto los creadores de los robots como sus usuarios de los robots. Importancia de las Leyes de la Robótica.
Esta forma ideal, definida por Asimov, de un robot es la que a todos nos viene a la cabeza cuando se habla de robots, imagen que ha sido empleada en multitud de ocasiones en la cinematografía.
Pero más allá de esta imagen idealizada, los robots actuales no tienen este aspecto, sin ir más lejos según la Real Academia Española de la lengua la palabra procede del inglés robot, y este a su vez del checo robota que quiere decir ‘trabajo, prestación personal’ y hace referencia a toda máquina o ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas solo a las personas. Se hace referencia por tanto a las tareas que es capaz de realizar, y no a su aspecto. Así pues existen robots con las formas más variopintas, aunque eso si muchos de ellos inspirados en formas de la naturaleza: robots industriales (brazo humano), Robot móviles (NASA), 
Robot limpieza (Roomba), etc.
Según Colin Angle considerado como uno de los padres de la robótica, su nombre está en Marte y el primer robot que construyó en el MIT se considera una reliquia de la industria y se expone en el Museo Smithsonian.
Es cierto que cuando autores y cineastas originalmente comenzaron a escribir sobre robots, esencialmente habían previsto máquinas que pudieran hacer lo que hacen las personas (personas mecánicas). Hoy en día, para hacer un robot práctico, es muy raro que se construya algo con la forma de una persona, es demasiado caro. Piernas y brazos, por ejemplo, son muy caros de construir e innecesarios para su funcionamiento.
En esencia, un robot es una máquina sofisticada que tiene sensores para percibir el entorno en el que opera, algún tipo de cerebro que piensa en lo que ve y motores que convierten esa información en una acción física.
Pero aun cuando esa definición técnica es correcta, todavía hay algo más. Si se analiza, un coche moderno se ajusta a esta definición ya que es capaz de percibir el entorno que le rodea y tomar medidas basándose en esa información. Sin embargo mucha gente no piensa en un coche como un robot. En algún sentido, tenemos una tendencia a pensar en él como ser vivo.
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