Autora: Roberto Alonso Tajadura
Tan importante como demostrar una adecuada personalidad empresarial y manifestar una fuerte iniciativa emprendedora, es concebir con acierto y brillantez una idea de negocio y disponer de los medios necesarios para materializarla.
Una idea de negocio es una descripción corta y precisa de lo que puede ser una actividad u ocupación económica. Para que albergue posibilidades de éxito, la idea debe acreditar una determinada singularidad o distinción. Esta singularidad será, en muchos casos, la clave de su éxito.
No es fácil alcanzarla. Puede lograrse aplicando nuevos enfoques a actividades ya existentes, diseñando productos y servicios que cubran necesidades de consumo que permanecen insatisfechas, o anticipándose a los cambios que se originan en la sociedad y los mercados.
En suma, una idea de negocio, además de genuina y original, debe reunir los siguientes aspectos:
* Ser aceptada por el entorno en que va a desenvolverse.
* Estar respaldada por las capacidades y habilidades del emprendedor.
* Ser financieramente asumible y contar con los recursos necesarios.
* Ser capaz de crear valor y generar la oportuna rentabilidad económica.
* Ser sostenible en el tiempo.
* Percibirse como diferente.
* Resolver necesidades y ofrecer ventajas fácilmente reconocibles.
Ni que decir tiene, lo ideal es que comparta todos los aspectos mencionados, y se ponga en práctica en el momento más apropiado. No pocas ideas de negocio y proyectos de empresa han fracasado al poco de tiempo de emprenderse, o incluso antes, debido a la improvisación, los defectos de programación o el exceso de precipitación.
Por su parte, el proceso de selección de la idea que servirá de soporte al negocio que se desea emprender debe efectuarse de forma juiciosa y objetiva, rechazándose aquellas cuestiones que, por triviales o extravagantes, se alejen de la realidad.
Con carácter orientativo, las principales fuentes de inspiración podemos encontrarlas en:
* Los cambios tecnológicos que, con mayor intensidad, afectan a determinados sectores económicos emergentes (tecnologías de la información y la comunicación, biotecnología, nuevos materiales, etc.).
* Las transformaciones sociales y demográficas (envejecimiento de la población, surgimiento de nuevas alternativas de ocio, aparición de nuevas formas de unidad familiar, etc.).
* La tendencia expansiva de determinados servicios (comercio electrónico, logística, restauración creativa, etc.).
* Las variaciones (aumentos o disminuciones) en el poder adquisitivo de los agentes económicos.
* La creciente sensibilidad ecológica y medioambiental de la sociedad (actividades de reciclaje de residuos, turismo alternativo y de aventura, agricultura ecológica, energías renovables, etc.).
* La adopción de nuevas estrategias y comportamientos empresariales como la externalización y la subcontratación.
Asimismo, el emprendedor debe mostrar creatividad, tener voluntad de innovar y desarrollar, como sostiene Israel M. Kirzner, un permanente estado de alerta para detectar las oportunidades ocultas del mercado. En este sentido, juegan a favor del emprendedor y el empresario los siguientes factores:
* El nivel previo de formación y el dominio de las técnicas.
* La información y el conocimiento.
* La red de relaciones y contactos (networking).
* La experiencia acumulada (know how).
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