Autor: Bruno Marcos Carcedo.
INTRODUCCIÓN
_______________
Uno de los temas que mejor puede relacionar el mundo de la imagen actual en todos sus campos con el currículo educativo de distintas áreas y niveles es el del color.
Desde diferentes perspectivas y a distintas edades es abordado en la enseñanza, por supuesto en la educación artística de los primeros años del niño, luego en la educación plástica, visual y audiovisual de la etapa secundaria obligatoria, también en las enseñanzas artísticas de grado medio o superior, y en el bachillerato artístico; pero además se estudia como fenómeno natural desde áreas como la física o la biología.
Muchas veces echamos en falta los vínculos necesarios entre el mundo contemporáneo y la materia teórica de los estudios de la enseñanza reglada. Ya hemos comentado en esta sección la existencia de una falta de encuentro entre las programaciones de los museos y las de los centros educativos. Vamos a intentar buscar puntos de encuentro entre ambas.
Uno de estos posibles caminos de confluencia es el del tema del color que vamos a tratar a través de cuatro casos concretos de estudio en obras artísticas actuales.
COLOR Y CINE ABSTRACTO
_____________
Nos resulta sorprendente descubrir que el cine no ha sido solamente lo que conocemos: una sucesión de películas a lo largo del tiempo que cuentan historias con imágenes y diálogos. El cine, desde sus orígenes, tuvo vertientes muy distintas a la que ha prevalecido, es decir, la narrativa. De hecho, los primeros cineastas se plantearon no la creación de un medio expresivo sino de uno técnico, científico. La posibilidad de unir principios ópticos como la persistencia retiniana a los avances fotográficos del momento les ofreció la posibilidad de inventar algo que sirviera para capturar la imágenes reales y reproducirlas. Fue luego cuando a ese hallazgo se le vio la capacidad de narrar como el teatro o la novela. No en vano fue Méliès, que provenía del mundo del espectáculo y de la magia, quien realizó más tarde las primeras películas con trama y efectos especiales.
Las primeras películas tenían un solo plano general, sin mover la cámara y sin cortes, a tiempo real. Rápidamente se fue creando todo el lenguaje que hoy consumimos con naturalidad (planos, encuadres, movimientos de cámara, ángulos, iluminación, banda sonora, montaje…)
Hubo, sin embargo, otras formas heterodoxas de concebir la imagen en movimiento, por ejemplo la del «cine-ojo» de Dziga Vértov, una especie de ampliación de nuestras posibilidades visuales a través del cine que rechazaba todos estos elementos del género para acceder a una supuesta percepción más verdadera. También existió un cine abstracto del que vamos a hablar hoy.
Abstracto quiere decir sin figuras, con un grado de iconicidad nulo, sin parecido con los seres u objetos reales. El cine mayoritario, tanto concebido como arte o como entretenimiento, es siempre realista, figurativo, incluso los planos se estudian respecto a las partes del cuerpo humano que encuadran (primer plano, plano medio, etc.). En el cine abstracto hay puntos, líneas, superficies, formas orgánicas o geométricas, textura, movimiento, composición y, lo que nos ocupa hoy, color.
Uno de los mejores casos de estudio para familiarizarnos con el color y la imagen en movimiento son los trabajos cinematográficos de Norman McLaren. Su cine ni siquiera está filmado sino que la mayoría de las veces se trata de intervenciones directas sobre la cinta de celuloide (raspado, pintado, dibujado…)
Las formas abstractas que crea cobran tal dinamismo que se alejan rápidamente de lo narrativo para producir una experiencia estética de la “velocidad” que engendra enseguida sorprendentes ritmos, de ahí que su cine inevitable confluya con la música.
VIDEOS
Centenario de Norman McLaren (1914-2014)
https://www.rtve.es/alacarta/videos/dias-de-cine/centenario-norman-mclaren-1914-2014/2501767/
Synchromy. Norman McLaren. 1971.
