Autora: Esther Soria Aldavero.
Está bien escrito. Porque parece que no, no es “la gallina turuleta”, como creí hasta hace tres años. Cosas que una descubre en internet y piensa… ¿Cómo no me di cuenta antes? Pero lo grave es que no me diera cuenta antes no del error en el nombre, sino del valor, diría, negativo, del contenido de esta canción.
Estando concentrada escuchando, observando y transcribiendo a toda prisa todas las interesantes frases e intercambios comunicativos entre una buena amiga de la infancia y sus alumnos de educación infantil, como parte de una investigación y difusión de buenas prácticas en positivas habilidades emocionales en la estrategia docente, empezó a sonar. Ahí estaba nuestra querida gallina, alegrando el final de la clase de los entusiasmados niños y sorprendiéndome hiperconcentrada, en este proceso de mindfulness ahora llamado, donde todos mis sentidos se volcaron en analizar esta letra que despertó mi sorpresa, decepción y hasta casi diría tristeza…. Porque la seguimos recordando, escuchando, poniendo… y dudo ahora del valor positivo de esta letra y canción que animo a escuchar y reflexionar entrando en este enlace:
Yo conozco una vecina
que ha comprado una gallina
que parece una sardina enlatada.
Tiene las patas de alambre
porque pasa mucha hambre
y la pobre está todita desplumada.
Pone huevos en la sala
y también en la cocina
pero nunca los pone en el corral.
La Gallina!! Turuleca!!
es un caso singular.
La Gallina!! Turuleca!!
está loca de verdad.
La Gallina Turuleca
ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres.
La Gallina Turuleca
ha puesto cuatro, ha puesto cinco, ha puesto seis.
La Gallina Turuleca
ha puesto siete, ha puesto ocho, ha puesto nueve.
Donde está esa gallinita,
déjala a la pobrecita, déjala que ponga diez.
Pone huevos en la sala
y también en la cocina
pero nunca los pone en el corral.
La Gallina!! Turuleca!!
es un caso singular.
La Gallina!! Turuleca!!
está loca de verdad.
Donde está esa gallinita,
déjala a la pobrecita, déjala que ponga diez
Lo sorprendente es que rebuscando un poco por internet, turuleta me quedé yo viendo que hay foros en relación a cuál es el nombre correcto, debates sobre las posibles causas de este cambio en relación a derechos de autoría del nombre, posible diversidad en función de si en latinoamética la connotación “turuleta” existe o no, juguetes, y la afirmación (la verdad que sin contrastar por mi parte) de que esta canción no la escribió ninguno de los payasos de la tele, sino que es de un compositor brasileño llamado Edgard Poças. Parece que el tema original, ‘Galinha Magricela’ (La gallina flaca) también estaba pensado para niños, aunque en Brasil no cosechó el éxito que logró su versión española.
En fin, que el nombre me da igual. Que me preocupa que existiera y siga existiendo, con muy buena intención indudable de quienes la utilizan en su vertiente lúdica y musical, un mensaje que me hace pensar en los alumnos a los que critican verbalmente con risas y comentarios por su aspecto “tiene las patas de alambre”, en los que se encuentran en situaciones desfavorecidas con situaciones nutricionales y de cuidado físico y atuendo complicadas “pasa mucha hambre” “la pobre está todita desplumada”; en los que sufren temporal o permanentemente trastornos psiquiátricos o procesos psicopatológicos sin ser normalizados, comprendidos o respetados en el lenguaje -entre otros necesarios respetos- “está loca de verdad”; y en los alumnos que no son exitosamente competentes y que oyen a veces delante de sus compañeros, padres o a solas “pero nunca los pone en el corral” (gallinita, caramba con las generalizaciones, forma de hacerte evaluación crítica negativa en público y expresarte tu nivel de competencia en modo show)… Y claro, claro que es un “caso singular”, ¿No hemos quedado en que todos somos singulares y la inclusión nos obliga a enterarnos, formarnos y hacer realidad con programación y materiales adecuados que todos podemos estar presentes, participar y recibir los apoyos necesarios para progresar? Así que no, nunca más digamos “déjala a la pobrecita”, y pongámonos a trabajar, sin hacer un espectáculo o valoración crítica pública de las carencias, para mejorar, porque la inclusión ha venido para quedarse en las casas, centros, calle y sociedad.
No seré yo quien anime a analizar de manera tan detallada u obsesiva cómo gestionamos la inclusión en los pequeños detalles del día a día, porque nos frenaríamos y enfrentaríamos al criticar las muchas cosas que hacemos mal y regular; considero que hay que avanzar cambiando lo que queremos y podemos, construyendo caminos alternativos cuando algunas piedras pesen demasiado y haciendo, como dijo Antonio Machado, camino al andar. Y alegrándonos de lo que cada día se hace mejor.
Este ha sido solo un ejemplo de cosas a cambiar y mejorar en lo que vemos y enseñamos, transmitiendo a veces sin querer mensajes inadecuados que se asumen y se retransmiten en actitudes y conductas. Pero lo siento, querido Miliki, creo que no es falta de respeto que te cuente que mi amiga y yo, que crecimos escuchándote y admirándote, debatimos con nostalgia y cariño ese día sobre esta canción, y tal vez que los tiempos cambien, reconozcamos errores y todos tengamos libre opinión crítica y ganas de inclusión en los hogares, medios de comunicación, calles y centros educativos, es también en parte gracias a ti…
Imágenes:
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