Autora: Esther Soria Aldavero.
Según Bisquerra, R (2015), entendemos por competencias emocionales el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales. Su desarrollo favorecerá una mejor adaptación al contexto social en cuanto a relaciones interpersonales, solución adecuada de conflictos, mantenimiento de la calma, prevención de estrés y ansiedad y mejora del bienestar, afrontando y generando retos positivos en nuestra vida.
En un campo tan reciente de investigación, y tan aparentemente accesible a profesionales más o menos especializados, parece tentador que cualquiera pueda parecer experto en el campo emocional, incluso hay quienes se atreven a desacreditar, con opiniones (a veces en medios abiertos y muy accesibles, que pueden parecer serios), investigaciones con reconocido aval científico. Lo prudente, como siempre, aceptar con humildad que hay muchos modelos teóricos de competencias emocionales, y tal vez sea lo mejor, como mínimo, respetar todos, adelantar si no somos expertos cuál es nuestra “opinión” (que no certeza, palabra atrevida) sobre las diferentes terminologías o estilos de trabajar las emociones, conocer sus justificaciones, muchas veces complementarias, y por encima de todo, unirnos sintiéndonos parte de lo importante, que es compartir el interés y participación en el -reciente y en progreso- campo de investigación y trabajo directo de este complejo tema. Algunos autores especializados como Salovey, P. y Mayer, J., Bisquerra, R., Ekman, P., Damasio, A., Plutchik, R., Russel, J., Bar On, R., Lantieri, L. y Goleman, D. siempre pueden ser lecturas interesantes que formen las opiniones menos especializadas que otras personas podamos dar. Una de ellas, que tal vez debamos debatir sobre qué significan las Emociones, y si podría ser más amplio y acertado hablar de Fenómenos Afectivos, estructuras complejas de familias de emociones, puntualizando algunos puntos al respecto:
– Dentro de los fenómenos afectivos se encuentran las Emociones, pero en la vida real y en el ámbito educativo se trabajan globalmente también las actitudes y los valores. Bisquerra (2015) entiende por Actitud la predisposición a actuar a favor o en contra de algo o de alguien, generalmente como consecuencia de los procesos emocionales. Entiende por Valores las guías para la acción que representan la implicación emocional en algo que puede dar sentido a la vida. Sin duda, como profesores centramos nuestro interés en trabajar globalmente emociones, sentimientos, estados de ánimo, valores, actitudes… de ahí que entendamos que generalmente cuando trabajamos Educación Emocional, trabajamos en realidad muchos procesos afectivos, y también demos cabida a otros aprendizajes y contenidos relacionados, como los propios de la psicología positiva, el sentido del humor en el aula, mindfulness o trabajo de los procesos atencionales plenos, estrategias de relajación, motivación, coaching/motivación y visualización de logros, y otros muchos temas que pueden favorecer, en conjunto, unas positivas habilidades de regulación interna e interacción comunicativa, social y emocional, procurando el desarrollo integral y bienestar de alumnos, docentes, familias y sociedad.
– Existen distintas teorías y clasificaciones de Emociones. La mayoría de las propuestas suelen recoger siete categorías principales: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira, Sorpresa, Calma y Afecto, de cara a incorporar dentro de ellas los diferentes contenidos y actividades que consideramos importantes trabajar con el alumnado en nuestros centros, dando respuesta con nuestra experiencia a necesidades cotidianas y situaciones que surgen en las aulas.
– Existen emociones primarias, secundarias e instrumentales. Es importante recordar a los alumnos que todas las emociones son buenas, necesarias y complementarias. Todas tienen la función de adaptarnos mejor al contexto, siendo inteligentes y competentes.
– A nivel de clasificación, sí existe un amplio consenso científico sobre la existencia de un eje que incluye dos polos, con emociones agradables o positivas, las que nos hacen sentir bien, y otras desagradables o negativas, que nos hacen sentir peor. Insistimos en explicar al alumnado que este sentido negativo que muchas investigaciones y materiales mencionan es por la polaridad, pero que son también naturales y “buenas”. También existen otras emociones neutras, ambiguas o complementarias, cuya interrelación con las anteriores determina su valor. Es el caso de la sorpresa o emociones estéticas. No es fácil ubicar todos los procesos emocionales con la metáfora de una galaxia (la esperanza podría estar entre la tristeza y la alegría, la frustración entre la ira y la tristeza…), y no es el objetivo prioritario en el aula poner un nombre exacto o ubicar de manera especializada todos los procesos internos que vivimos como docentes con nuestros alumnos. El trabajo individual y la interacción que surgirá en el grupo nos irán dando las claves para esta identificación, facilitando el importante trabajo de gestionar los efectos que las emociones tienen sobre nuestro bienestar y el de los demás. De forma progresiva, los docentes podremos avanzar y ampliar el dominio en este campo, buscando el apoyo de especialistas (psicólogos y/o psiquiatras) si fuera necesario.
– En este tema de trabajo no todo es bonito. Debemos ser responsables y conscientes de la dimensión ética y moral, previniendo que algunas competencias emocionales se utilicen para manipular a personas y menores, con propósitos explotadores o deshonestos.
– Según la Ley de la Asimetría Hedónica, o ley de la adaptación asimétrica al placer y al dolor, las emociones negativas o desagradables suelen ser más intensas, más frecuentes y más duraderas que las positivas. Surgen por acontecimientos valorados como amenaza, pérdida, metas bloqueadas, dificultades… y requieren energías y de nuestra movilización para afrontar con urgencia las situaciones que las desencadenan (lo que sería la supervivencia). Las emociones positivas se valoran como un progreso hacia objetivos personales, en relación a la supervivencia y el bienestar (lo que sería la felicidad). Pero en general, debemos saber que como humanos solemos estar más sensibilizados ante lo negativo (supervivencia) que ante lo positivo (felicidad), aunque nuestro estado del bienestar económico actual nos permita centrar nuestro interés en conseguir ser más felices. En realidad, muchos expertos argumentan que normalmente estamos en estados emocionales neutros, pero una parte de la regulación emocional y de nuestro reto como educadores y padres consiste en construir nuestro equilibrio, en tener voluntad y ser conscientes del camino a recorrer para construir más estados emocionales positivos de bienestar, enseñándonos a nosotros mismos y a los alumnos la necesaria formación y trabajo de la identificación, expresión y regulación emocional, para resolver con bienestar las interacciones que se dan en nuestro día a día. Es un objetivo completo y complejo que sin duda merecerá la pena empezar a abarcar y trabajar.
– Todos los procesos afectivos pueden oscilar y llegar a niveles extremos que constituyan trastornos emocionales. En cualquier momento, especialmente para los casos más dudosos, complicados o que consideramos precisan una mayor especialización, existen profesionales del ámbito de la orientación educativa, psicología y/o medicina, que pueden, deben y están implicados y dispuestos a complementar nuestra labor de prevención o intervención en el ámbito educativo, familiar, clínico y social. Derivar desde su centro educativo o desde su médico a estos servicios especializados y cada vez más normalizados, aceptados y valorados por la sociedad, es compatible y fundamental.
Eduard Punset y Rafael Bisquerra publicaron en 2015 Universo de Emociones, un sencillo pero interesante conjunto de libro y póster decorativo que consideran una fusión de conocimientos donde confluyen arte, diseño, creatividad, ciencia, psicología y entretenimiento. Además de algunas de las teorías previamente resumidas en los puntos previos, explican en esta obra el concepto de emociones estéticas y sociales. Las emociones, innatas o aprendidas, son de naturaleza social, dado que aprendemos a gestionarlas combinando el autoconocimiento y la interacción con otras personas. Emociones sociales como simpatía, orgullo, gratitud, admiración, vergüenza, culpabilidad, inseguridad, celos, envidia, indignación y desprecio aparecerán en las aulas, relacionadas con las demás emociones. Todas son un conjunto que fluye y nos mantiene en movimiento emocional constante. Disfrutemos de esta compleja configuración de las emociones con la naturalidad que el día a día conlleva, utilizando algunos materiales que faciliten su interpretación y regulación.
Para resolver conflictos o conseguir dar los pasos que nos acerquen a un objetivo, buscamos que los alumnos tengan creatividad y pensamiento flexible. En los centros abundan las actividades artísticas y diseño atractivo de materiales y recursos espaciales. No olvidemos la importancia de la sorpresa y las emociones estéticas implicadas las propuestas de actividades, partiendo de dinámicas inesperadas y de bonitas ilustraciones de libros de literatura infantil y juvenil recomendados, que pueden inspirar dibujos, redacciones, composiciones musicales y verbalizaciones creativas que implican procesos cognitivos y emocionales. Contemplar y crear arte y belleza implica aprender a disfrutarlos mejor, saborear el aquí y ahora (atención plena o mindfulness) y dejarse llevar haciendo consciente el bienestar. Las manifestaciones artísticas podrán estar ligadas a emociones agradables, pero también a otras más desagradables pero necesarias. También el arte ligado al miedo, ira y tristeza puede implicar una necesaria y positiva catarsis de procesos internos, que faciliten su posterior identificación y regulación. La relación de estos procesos con la atención, concentración y gestión de comportamientos y procesos de aprendizaje en el aula y otros ambientes, está científicamente constatada. Apliquemos la evidencia científica en nuestra aula y centro, también respecto a la educación emocional.
- Imágenes: Pixabay y https://universodeemociones.com/
- Bibliografía:
Bisquerra, R. y Punset, E. (2015). Universo de Emociones. Valencia. Editorial Palau Gea.
Salovey, P., Brackett, M. y Mayer, J (2004). Emotional Intelligence. Naples. Dude