Autora: Mª Carmen Martínez Magaña.
En el artículo anterior dejábamos en el aire la posibilidad de llevar a nuestras aulas pequeños cambios, con grandes beneficios, basados en la interrelación movimiento y aprendizaje.
La puesta en marcha de descansos activos en las aulas no es tarea fácil aunque, a priori, pueda parecerlo.
Introducir una pequeña actividad que rompa con la rutina y vuelva a traer y atraer la atención de nuestro alumnado, en un primer momento, provocará distorsión, ruido y alteración una vez terminada la tarea. Es decir, durante unos minutos tras el descanso activo detectaremos dificultades para volver a la calma. Pero llevando a cabo estas tareas de forma regularizada, el alumnado se acostumbrará pronto a estos cambios y lo integrarán como una actividad placentera. Dejan atrás los momentos ‘caóticos’ que podemos llegar a vivir durante las primeras puestas en práctica, donde todos, nos estamos adaptando a un cambio.
Recordemos que un descanso activo se puede llevar a cabo en cada cambio de clase. La actividad puede ser desde un juego de movimiento hasta un juego relacionado con algún concepto de la asignatura, que además, nos servirá de repaso y motivación. El tiempo de desarrollo es breve. Siendo de un minuto a cinco lo más habitual.
Algunos ejemplos para poner en práctica pueden ser:
– Colocar en la pizarra imágenes del Sistema Solar. Los alumnos, de pie, tendrán que dar una palmada cuando señalemos Marte, un salto cuando marquemos Neptuno, etc.
– Cerrar los ojos y sacar del estuche, lo más rápido posible, diferentes materiales utilizando únicamente el tacto. Este recurso también se puede utilizar a la inversa. Cuando hay alumnos que tienen la mesa repleta de útiles podemos pedirles que con los ojos cerrados introduzcan en el estuche aquellos elementos que vamos nombrando. De esta forma eliminamos objetos que no son necesarios y a la vez estamos realizando un descanso activo.
– Los alumnos con el cuaderno en sus manos irán escribiendo mientras caminan por el aula una serie de grafías que les vamos deletreando. Con este descanso activo además de fortalecer la conciencia fonológica podemos trabajar palabras de dificultad ortográfica. Favoreciendo la fijación de las mismas en nuestro almacén ortográfico con ayuda del movimiento.
– Pequeños juegos de palmas.
– Mini retos matemáticos. Indicar con los dedos de las manos, lo más rápido posible, la solución a una suma o una resta cuyo resultado sea no superior a diez.
– Escribir en la pizarra una palabra o varias y localizar con los ojos, sin mover la cabeza, una letra. Con una tarea de este tipo además de realizar un descanso activo, contribuimos a la mejora de la velocidad lectora trabajando no solo la capacidad de fijación sino el movimiento de los ojos.
Una pequeña clave para el éxito de esta actividad es crear un buzón en el que los alumnos puedan dejar por escrito sugerencias con ‘descansos activos’. Sus propias propuestas son estimulantes y sin duda ganaremos su implicación aumentando su autoestima. ¡ADELANTE!
Autora: Mª Carmen Martínez Magaña
Imagen: pixabay