INSTITUTO: IES ALISTE DE ALCAÑICES (ZAMORA)
Protagonistas y espectadores al mismo tiempo. Es el planteamiento pedagógico propuesto por la dirección y los profesores del IES Aliste de la localidad de Alcañices (Zamora) para recorrer la exposición Máscaras en acción: Los Carochos que permaneció abierta dos semanas en el centro durante el pasado mes de mayo.
Se trata de una mascarada que se celebra cada 1 de enero en el pequeño pueblo zamorano de Riofrío de Aliste en la que 11 personajes recorren las calles, vestidos con originales y estrafalarias vestimentas, entre acciones provocativas, peleas, chascarrillos y momentos de crítica con una rica carga simbólica derivada de sus inciertos pero antiquísimos orígenes.
Nadie como estos alumnos y alumnas para entender manifestaciones tan ancestrales como las mascaradas ya que en la comarca alistana pervive el mayor número de ritos de este tipo de toda la Península Ibérica, junto a las celebraciones conservadas en las aldeas de la cercana región portuguesa de Braganza.
La directora del instituto, Carmen Blanco, considera que al presentar esta exposición a los alumnos del centro educativo “pretendemos ayudar a nuestros jóvenes a valorar lo propio y potenciar la perdurabilidad de las tradiciones”. En línea con este enfoque, añade, “parece vital conjugar educación, cultura y tradición como un modo de impulsar y dar visibilidad a la riqueza cultural de la comarca de Aliste en la que vivimos”.
En parecidos términos se expresa el comisario de la exposición, José Luis Alonso Ponga. “Es importante que los alumnos del medio rural conozcan y valoren las mascaradas de su entorno ya que en ellas están impresas las señas de identidad de los pueblos”, señala el también director de la Cátedra de Estudios sobre la Tradición de la Universidad de Valladolid.
Claves culturales
Para el profesor, con este tipo de manifestaciones, los jóvenes “verán que estamos hablando de una cultura que contribuye a reforzar la autoestima de unos núcleos despoblados que, al mismo tiempo, ayuda a plantear posibles soluciones al negro futuro del campo partiendo siempre desde claves enmarcadas
dentro de nuestros contextos culturales y patrimoniales”.
Con la excusa de analizar la mascarada de Los Carochos, saltaron al debate etnográfico otros rituales de la zona por parte de los estudiantes. Así
, Patricia Ferrero expuso su visión de Los Atenazadores, de San Vicente de la Cabeza, de donde es natural. Una fiesta en la que “la gente sigue a los tres atenazadores y a otros personajes como la Filandorra, una pareja de novios y los pobres, entre otros, donde no falta la música, los bailes ni la emoción, sobre todo para los más pequeños”.
Nerea Canas y Samuel Arias, de Sarracín de Aliste, se refirieron a la mascarada de Los Diablos como otra de las citas obligadas en el llamado ciclo de los 12 días, que va de Navidad a Reyes. Para ellos, esa celebración “provoca un sentimiento especial tanto a los visitantes como a los propios habitantes” del lugar, sin olvidar “el entusiasmo y la emotividad con que la viven los actores”. ¿Si esa costumbre no se celebrara cada año?, se preguntaron. Y la respuesta no se hizo esperar: “sería un avance hacia la muerte del pueblo”.
Ponerse la máscara
Una de las profesoras más atareadas con las actividades paralelas a la exposición de Los Carochos fue la docente de Plástica, Isabel González Hernández. Aunque no conocía el lenguaje de las mascaradas, tan arraigado en la comarca, por no haber nacido en la zona, reconoce que fue “una experiencia muy constructiva ya que aprendí aspectos muy curiosos”.
A ella le correspondió el trabajo de realizar con los alumnos numerosas máscaras, partiendo del boceto ideado por la profesora de Producción Gráfica Industrial de la Escuela de Arte y SCR de BC de Valladolid, Rosa Rico. Unas caretas se utilizaron para que los alumnos posaran con ellas a la entrada del instituto el día de la inauguración y otras, más elaboradas, con jóvenes de tercero y cuarto de la ESO que formarán parte de la colección de disfraces situadas en el pasillo del propio centro educativo.
Además de estas acciones, desde el principio, los estudiantes participaron activamente en las distintas actividades relacionadas con la muestra tanto para expresar las vivencias personales de sus respectivos pueblos, ligadas al ámbito de las mascaradas, como para exhibir el folklore de la zona. En el acto de inauguración, Ester Martín Garzón, Laura Blanco, Laura Mielgo, Miriam Calvo Pires y Rodrigo García Román, ataviados con el traje regional, brindaron a los asistentes varias piezas de la música y el baile alistanos.
Una gyncana con preguntas sobre el universo de Los Carochos y otras mascaradas, así como una valoración individual sobre la exposición en un novedosos muro de impresiones; la confección de un traje a base de tiras de papel de periódico del personaje de la Filandorra y el juego de tijeras (tenazas), a distintos tamaños, fueron otras tantas maneras de intervenir, directa o indirectamente, en el relato de la exposición viva Máscaras en acción: Los Carochos.
Otros códigos
Es, como dice la profesora de Plástica, “una manera de motivar al alumnado y de que aprenda a valorar y disfrutar de las costumbres y tradiciones de su pueblo”. Una clase abierta en la que los alumnos reflexionan sobre otros contenidos, diferentes al curriculum escolar establecido, pero, sin duda, complementarios para su formación integral.
“Al salirnos del corsé de las directrices que marcan las normas rígidas de las instancias superiores, podemos plantear, como ha hecho ejemplarmente el instituto de Alcañices”, apunta Alonso Ponga, “los múltiples lenguajes que tiene una mascarada como Los Carochos donde, además de la fiesta o precisamente por serlo, se reproducen roles de género muy en consonancia con una sociedad patriarcal y androcéntrica y, desde luego, se especifican y escenifican las desigualdades sociales de los que participan en ella”.
El comisario considera, por encima de todo, que “los alumnos –y visitantes el día de la celebración del rito, en su caso-, no pierdan de vista el destacado papel de los mozos, o quintos, como grupo de edad básico y necesario en el desarrollo de la sociedad rural”.
Las explicaciones del antropólogo no se fijan únicamente en estos conceptos. Va más lejos. “Lo más importante de una tradición como esta es que la fiesta tradicional ha evolucionado y hoy podemos aplicar otros códigos de interpretación para actualizarla y que sigua reflejando, como siempre ha hecho, la variedad de intereses de los que se juntan para poner en escena la mascarada año tras año”, alerta el responsable de la muestra.
Después de la experiencia vivida en el IES Aliste, su directora, Carmen Blanco, se queda con la implicación y el entusiasmo que han despertado en los alumnos las distintas iniciativas relacionadas con la mascarada, sus personajes, las fotografías, los símbolos y los objetos que en ella han tomado parte. Una demostración de que pese a su antigüedad, esta y otras fiestas no tienen por qué tener los días contados si a los lugareños les sigue importando la herencia cultural que recibieron y no desean perder su carácter identitario.
Beatriz Dulzar