NEUROEDUCACIÓN Y HUMOR.
Autora: Virginia Allende del Río.
Un punto de partida: La motivación y la atención como factores fundamentales de aprendizaje
Un alumno me comentó hace poco que con sólo haber leído una vez un libro que le había resultado interesante, era capaz de acordarse de detalles del argumento, de nombres de los personajes, etc con mucha precisión y exactitud. Sin embargo, tenía dificultades para memorizar fechas, nombres o hechos de asignaturas como Historia o Lengua. ¿Por qué su memoria funcionaba mejor en unas situaciones que en otras?
Todos tenemos experiencia de alumnos a los que les cuesta mucho dedicar tiempo y esfuerzo a estudiar un examen aunque tenga poca materia, y sin embargo, son capaces de dedicar horas de atención a realizar un trabajo individual o en grupo que quizá no tenga tanta carga en la nota como un examen, pero que les ha ilusionado y… motivado.
La motivación y la atención son dos aspectos que están íntimamente relacionados. Sin motivación, no hay atención. Si no nos interesa algo, no lo prestamos atención. Si nos interesa mucho, nos concentraremos en ello. No tenemos más que ver a un adolescente con un móvil. Sus estados de concentración y atención son totales. Los cinco sentidos pendientes de la pantalla…
La motivación es un impulso interno que dirige la acción hacia un fin. Guía a la acción. Sin motivación, no hay acción.
La atención es la aplicación voluntaria de la actividad mental o de los sentidos a un determinado estímulo u objeto mental o sensible. Sin atención, no es posible el aprendizaje.
Motivación y atención son pues dos elementos determinantes, relacionados entre sí, que debemos trabajar para que nuestros alumnos aprendan mejor.
Biología de la Motivación. El circuito cerebral del placer. Hacemos lo que nos gusta y satisface.
El circuito cerebral del placer, también llamado mesocorticolímibico, está formado por un pequeño grupo de regiones cerebrales en las que se producen los niveles más altos de dopamina. Este circuito se activa cuando recibimos estímulos que nos proporcionan placer, como comer chocolate, vamos de compras, practicamos sexo o realizamos alguna actividad placentera. Cuando una situación nos produce placer, estímulos asociados a esa actividad, provocarán que la conducta que nos produjo placer se repita. Por ejemplo, si tuvimos experiencias agradables de lectura cuando éramos pequeños, los libros no nos producirán rechazo, sino que nos sentiremos motivados para leer, ya que tuvimos experiencias positivas en el pasado. Cuando observamos en el entorno algo que nos incita a realizar alguna actividad concreta que en el pasado nos ha proporcionado placer o satisfacción, hay emociones que se mueven en nosotros y que nos empujan a desear realizar la acción. En este momento aparece la dopamina, de manera que ya nos podemos imaginar realizando la acción. Después de la fase de deseo, nos ponemos manos a la obra, queremos hacerlo realidad. Cuando pasamos a la acción, se ven involucradas las sustancias adrenalina y noradrenalina, que ponen al organismo en marcha, con el objetivo de estar preparados para actuar. Se recompensa la acción con una sensación de placer al finalizarla o mientras se realiza. Por último, una vez completada la acción, se cierra el circuito de recompensa cono una sensación de satisfacción. Cuando se ha llegado a este punto, aparece la serotonina, que está relacionada con nuestro estado de ánimo y con el deseo de volver a experimentar la sensación. Gracias a la satisfacción proporcionada, cuando aparezca una señal que active el deseo, el sujeto tenderá a repetir la acción.
Biología del hábito. El hábito, la rutina, ayuda a centrar la atención y se relaciona con la motivación.
Nuestro cerebro es muy listo y ahorrador, trata de funcionar con rapidez y con el con el mínimo esfuerzo, Se pasa el día buscando atajos para hacer las tareas más rápida y eficazmente y ponerse a descansar cuanto antes. Para eso tiene una estrategia que se llamarutina. A base de repetir, la rutina nos permite aprender y eso deja huella en nuestra memoria. Tanta que algunos aprendizajes se convierten en un hábito y ante determinadas situaciones actuamos sin pensar de forma automática.
Al nacer, nuestro cerebro no ha aprendido nada todavía, pero ya está sometido a la rutina biológica: ciclo de sueño-vigilia, hambre… Esa rutina que le permite sobrevivir es también la que le permite aprender.
Los aprendizajes iniciales –control de la postura, caminar, hablar, utilizar las manos– los hacemos por repetición hasta que nuestro cerebro los automatiza. Pensemos en el momento en que empezamos a caminar, primero tardamos todo un año en adquirir las habilidades necesarias –percibir, controlar la postura, coordinar distintas partes del cuerpo…–. Cuando conseguimos dar los primeros pasos teníamos todos nuestros sentidos y todo nuestro cuerpo concentrado en esa tarea tan difícil.
Además el cerebro no puede parar de aprender y usa los conocimientos previos para añadir nuevos. Sobre los circuitos del control de movimiento, consolidados con la práctica repetida de caminar, “colocará” otras habilidades motoras: correr, bailar, trepar, saltar, tocar un instrumento, montar en bicicleta… Son cosas que ya no olvidaremos nunca, aprendizajes que serán difíciles de “borrar”.
Con su brillante intuición, ya Ramón y Cajal propuso que el número y la fuerza con que se formaban las conexiones neuronales (sinapsis) eran la base física del aprendizaje.
“[…] el ejercicio mental suscita en las regiones cerebrales más solicitadas un mayor desarrollo del aparato protoplásmico (dendrítico) y del sistema de colaterales nerviosas. De esta suerte las asociaciones ya establecidas entre ciertos grupos de células se vigorizarían notablemente por medio de la multiplicación de las ramitas terminales de los apéndices protoplásmicos y de las colaterales nerviosas; pero, además, gracias a la neoformación de colaterales y de expansiones protoplásmicas, podrían establecerse conexiones intercelulares completamente nuevas.” –Santiago Ramón y Cajal (1894)
Un hábito no es lo mismo que el aprendizaje de una tarea motora, es algo más complejo, Aunque la rutina de la repetición esté en la base de su aparición, entra aquí la motivación y los circuitos de la recompensa. Por eso la atención y la motivación están relacionados.
Motivados por un deseo, repetimos una y otra vez una conducta que nos trae una recompensa. Así, sin pensar y sin esfuerzo, creamos un hábito. Ese hábito nos permitirá centrar la atención.
Cómo incentivar la atención y la motivación en nuestros alumnos: Algunas pautas
Para motivar al aprendizaje:
- Realizar actividades fuera del aula. Cambiar de espacios, no impartir la clase siempre en el mismo sitio. Resulta motivador para los alumnos ir a la biblioteca, al gimnasio para realizar una actividad, realizar salidas, actividades extraescolares que puedan ser interesantes, etc. Si de ello hacemos una rutina (todos los miércoles a la biblioteca, cada quince días salida…) contribuiremos también a trabajar la atención.
- Valorar el esfuerzo. Como profesores debemos valorar no sólo los resultados, sino el proceso. El éxito, anima, el fracaso, desanima. Una valoración positiva de un trabajo por pequeño que sea, animará al alumno a repetirlo. El reconocimiento del éxito propio siempre resulta placentero y agradable. Como hemos visto, nuestra biología responde a ese principio de placer.
- Utilizar incentivos (recompensas). La psicología conductista basa el aprendizaje en el refuerzo positivo. Simplemente decir a un alumno: “bien hecho”, puede constituir un refuerzo. Ya sabemos que lo ideal es la motivación intrínseca, pero pensemos que estamos educando. Debemos crear en el alumno el gusto por el trabajo y el esfuerzo. Una vez adquiridos el hábito y la autoconfianza, ya no necesitará tanto de nuestros refuerzos.
Para mantener la atención:
- Establecer rutinas. Por ejemplo, que siempre al principio de la clase, cuando entre el profesor, todos saquen el libro y el cuaderno de la materia. Otra: Establecer un día fijo a la semana para ir al aula de informática, establecer pautas fijas de comportamiento en los exámenes, etc…
- Guiar el aprendizaje con preguntas. Este procedimiento motiva al estudiante, concentra su atención y le convierte en una especie de detective o investigador que busca en cualquier fuente de información posible la solución a los interrogantes que se le plantean. Es además un modo de enseñarle a trabajar y ganar autonomía para aprender, es decir, es también un modo de aumentar la capacidad del alumno para aprender por sí mismo en el futuro.
- Practicar frecuentemente el recuerdo de lo aprendido. El recuerdo, además de servir para evaluar lo aprendido, sirve también para seguir aprendiendo. El preguntar sobre la información recientemente aprendida contribuye a que lo aprendido pase de la memoria a corto plazo a la de largo plazo.
Motivación y atención son dos caras de la misma moneda. Si estamos motivados por algo, centraremos la atención en ello. Las rutinas permiten ahorrar recursos cognitivos que se pueden emplear para hacer el aprendizaje más eficaz. Es labor nuestra como profesores incentivar ambos aspectos en nuestras clases con nuestros alumnos.
Siembra un pensamiento y cosecharás una acción
Siembra una acción y cosecharás un hábito;
Siembra un hábito y cosecharás un carácter;
Siembra un carácter y cosecharás un destino…
–Anónimo
IMÁGENES:
imagen 1. Factores de la motivación
http://www.efdeportes.com/efd17a/motiv.htm
imagen 2. Circuitos de recompensa
file:///C:/Users/usuario/Downloads/Dopamine-seratonin-es.svg
imagen 3. La atención
http://percepciondelserhumano.blogspot.com.es/p/la-atencion-es-un-proceso-de-la-mente_4.html