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Autor: Bruno Marcos Carcedo.
Una de las principales características del cine es que lo percibimos no como una articulación simbólica de elementos visuales sino como una experiencia real, es decir no como una construcción de imágenes sino como vida. Hereda de la novela y del teatro la sugestión e incorpora el avance de la tecnología visual que amplifica su efectividad al máximo. Cuanto más intensamente vivimos una novela, una obra de teatro o una película, mejor nos parece. Su calidad está directamente relacionada con su verosimilitud, con su capacidad para crear sensación de verdad. Los griegos hablaban de la catarsis del teatro, una experiencia que hacía que el público saliese cambiado después de la función, lo mismo que se cambia con los sucesos significativos de la vida.
Cuando el espectador ve una película buena se integra en el relato cinematográfico como en una historia verdadera. Ni siquiera el crítico especializado, al principio, repara en la técnica de los planos, los movimientos de cámara o en el montaje, para poder disfrutar de ese producto como de algo real, ya que esa va a ser la prueba fundamental de su juicio.
Esa verosimilitud es cosa distinta del realismo, ya que este es
copia de lo existente. La verosimilitud puede existir en el género fantástico, basta con que se hallen los recursos visuales para hacer enteramente creíble el relato. De hecho el cine que inventó Méliès a principios del siglo XX se planteaba como ilusión. No en vano Méliès era mago y supo ver enseguida las posibilidades del descubrimiento de los hermanos Lumiére, que sólo habían hecho filmaciones documentales a tiempo real de sucesos cotidianos. Mientras los Lumiére se vieron satisfechos con filmar la llegada de un tren a una estación ferroviaria en un solo plano Méliès ideó nada menos que un viaje a la Luna.
En este cine pionero es donde se explica mejor no sólo el cinematógrafo sino la imagen en movimiento. Los efectos especiales exentos de lenguaje cinematográfico nacen con Méliès, quien siempre situó la cámara fija como si estuviera en una butaca de un teatro sin reparar en la posibilidad de hacer primeros planos, angulación de cámara o movimientos como el travelling. Méliès vio en la edición, en el montaje, la posibilidad de hacer aparecer y desaparecer objetos y personas con gran verosimilitud.
La historia previa a la invención del cine, con el zootropo, la linterna mágica, la caja para dibujar o la cámara oscura, son también recursos para entender la imagen actual que aún logran maravillar aunque nuestro mundo de las imágenes haya aumentado de forma tan espectacular. En esos aparatos para mirar, que al principio fueron juguetes de feria, y en ese cine primitivo es donde vemos nacer todos los elementos con los que se ha fabricado y se fabrica el cine y, por ello, es el mejor material educativo para enfrentarnos al mundo de la imagen actual, al cine, a la televisión y hasta a los videojuegos.
La imagen artificial en movimiento es técnicamente, hoy, mucho mejor que entonces y, por lo tanto, su capacidad para producir experiencia verosímil mayor, el espectador vive en una doble condición ante ella, es muy rico porque puede experimentar como nunca en la historia y muy vulnerable ante su potencia. Aprender en esta historia de la cinematografía puede fortalecerle al tiempo que no se reduce su vivencia. Cine viejo imagen nueva.
A continuación os dejo un video de Pixar´s Zoetrope. Pincha en el ENLACE.
